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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Mafia machista

La divulgación estos días de la tragedia de los malos tratos a las mujeres me invita a pensar en la existencia de una mafia machista que tiene sus orígenes en un pasado remoto. Se basa, como todas las mafias, en la explotación de sus víctimas. Medra en el silencio de la omertá y en la complicidad. Aplica la lupara bianca a menudo, aunque de vez en cuando se desmadra y la emprende a tiros o prende fuego a una desdichada.Consigue corromper a jueces y magistrados con cierta facilidad, porque muchos forman parte de la familia. Ahora no tiene padrino conocido, pero una no está segura de si esa figura del padrino de la mafia, después de contemplar la imagen cutre de Riina, no es más que una invención de Mario Puzzo para consumo de productores de Hollywood y aficionados al cine. Tiene conexiones inconfesadas con el poder, la Iglesia y los Gobiernos, especialmente los de la orilla sur del Mediterráneo.

¿0 es que os creéis que los 61 asesinatos de mujeres que se produjeron en 1997 en el país son sólo obra de unos cuantos desequilibrados? ¿0 que las 18.000 palizas sirven para mantener el sagrado orden matrimonial, ocasionalmente eximibles por coincidir con un consumo inmoderado de alcohol los fines de semana?

Cuando los juristas se preguntan qui prodest?, al indagar quién resulta beneficiado de una acción delictiva, ¿quién se aprovecha?, no hay más remedio que contestar que de los malos tratos a las mujeres, o más específicamente a las esposas, se beneficia una organización mafiosa dedicada a la extorsión del género femenino y en un número generosamente plural.

De otro modo no puede una explicarse la impunidad de los asesinos y los criminales. A menos que aceptemos que se trata simplemente de un rasgo cultural, objeto de estudio de antropólogos, peculiaridad social que hay que aceptar porque forma parte de la realidad. Y aquí paz y después gloria.-

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