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Una noche de tensión... controlada

Duermevela en Zamora y Talavera ante la posibilidad de unas inundaciones que, finalmente, no se produjeron

Las aguas del río Duero, en Zamora; las del Tajo y el Alberche, en Talavera de la Reina (Toledo); las del Pisuerga y el Esgueva, en Valladolid; las del Ebro, en Zaragoza... Unas más, otras menos, todas amagaron con desbordarse en algún momento de las últimas 48 horas como consecuencia del temporal de lluvias, de la nieve y el hielo derretidos, de los desembalses... Pero, finalmente, ninguna dio el salto definitivo y las temidas inundaciones -como las del jueves en Écija (Sevilla) al salirse de su cauce las del Genil- apenas se produjeron en áreas menores, a escala reducida, con daños para la producción agrícola, pero no para las personas.Aun así, cientos de vecinos de Zamora y Talavera pasaron la noche del sábado al domingo en un duermevela vigilante. Unos cuantos incluso optaron por abandonar sus viviendas por precaución o por sacar sus enseres de los sótanos y sus coches de los garajes.

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La tensión, en cualquier caso, estuvo... controlada. Los dispositivos de alerta se habían disparado esta vez a tiempo. Las medidas preventivas, que se mantienen en determinadas zonas a pesar de que los caudales tienden en general a disminuir, estaban dispuestas para cuando fuese menester.

El barrio de Villagodio, a dos kilómetros del centro, fue el que más angustia nocturna pasó en Zamora, informa José Lera. Los residentes en él, cuyas casas están dispersas, casi no pudieron conciliar el sueño al repeler el Duero (1.800 metros cúbicos por segundo) las aguas del Valderaduey, que así cubrieron tierras y naves ganaderas, dos de las cuales -"levantadas en el cauce primitivo", según puntualizó Santiago García, jefe de servicio de Protección Civil- tuvieron que ser desalojadas de animales.

"Aquí, como somos cuatro, nos tienen dejados de la mano de Dios", se quejaba una mujer, en alusión a cierta falta de información oficial; "cada cual saca lo que puede de sus viviendas para ponerlo a salvo".

En cambio, en el barrio de Olivares, que cuenta con unos 300 habitantes, se respiraba una relativa tranquilidad a pesar de ser uno de los más amenazados. Y es que precisamente por eso era el foco central de la atención de los servicios asistenciales. "Estamos preocupados. Pero con tanto policía y bombero ...", comentaban.

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Ya por la mañana los mayores problemas se derivaron precisamente de la avalancha de ciudadanos curiosos que no querían perderse el gran caudal del Duero y deseaban grabarlo para sus videotecas o fotografiarlo para sus álbumes. Las advertencias de las autoridades de que no se acercaran a sus márgenes, reiteradas hasta la saciedad, no fueron atendidas e incluso hubo congestiones de tráfico. Al alcalde, el popular Antonio Vázquez, no le quedó más remedio que reconocer su impotencia para frenar la corriente humana: "Imposible. Todos quieren ver el espectáculo".

En Valladolid, donde la noche se pasó en calma al haberse conjurado el peligro, se desataron las críticas al Ayuntamiento, informa Francisco Forjas. En la barriada España, por si acaso, se había aplicado la máxima de que "más vale prevenir que curar" y colocado sacos terreros. Es más, un responsable de la operación advirtió a los vecinos: "Cojan las escrituras de sus casas y corran a ponerse a salvo". Pero los más viejos de éstos, con mucha experiencia a cuestas, terminaron por culpar directamente de lo que pudiera suceder a las obras que se acometen desde hace un año en el Esgueva.

"Están cegando el cauce en el puente de la Tía Juliana", clamaba uno para invitar después al regidor, el también popular Javier León de la Riva, "a dejarlo como estaba antes con sus propias manos". "Están reduciendo la capacidad del río. Han subido el cauce y lo han estrechado demasiado en las zonas de arriba, como en el puente del Valle de Arán", gritaba otro. La concejalía de Obras Públicas reconoció que, en efecto, la capacidad de absorción será algo menor en el futuro.

Algunos personas dijeron haber dormido "de un tirón" en Talavera, informa Isabel Salvador, pero otras lo hicieron con un ojo abierto" o prefirieron mantenerse "bien despiertas" aprovechando el ambiente de los pubs y las discotecas, que hicieron espléndidas cajas.

"La cosa", en definitiva, "no fue para tanto", resumió un vecino tras reconocer la existencia de cierta psicósis alarmista por la reciente desgracia de Badajoz, en la que la riada se cobró 24 vidas. "Nadie ha querido pillarse los dedos. Por eso se ha avisado tanto. Mejor para todos", concluía. Muchas, en efecto, trasladaron su ganado y sacaron sus vehículos de los garajes.

Lo innegable es que de haber coincidido los picos máximos del Tajo y su afluente el Alberche se habrían anegado las vegas y los barrios bajos. Así que se extremó la cautela. Incluso los muros de contención de la carretera N-V se reforzaron para que el agua no la cubriese. Pero el temor no se confirmó. Por fortuna.

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