La llegada de los artistas globales
El director de 'West Side Story' abrirá el año que viene una academia para intérpretes de musical en Madrid
Un actor que sabe lo suficiente para dar el pego cuando actúa, un cantante que sabe lo suficiente para dar el pego cuando canta y un bailarín que sabe lo suficiente para dar el pego cuando baila. Esto es un artista de musical, según la definición que ha cosechado la experiencia de Ricard Reguant en sus diez años como director de este tipo de espectáculos. El es uno de los pioneros en acercar la cartelera de Broadway primero a Barcelona y luego a otras ciudades de España. "Ha sido una labor dura porque ni los críticos creían en nosotros", dice el director.Duras son también las pruebas para conseguir artistas que cumplan estos requisitos cada vez que se monta un musical. De ello da fe el elenco de West Side Story, la obra dirigida por Reguant que se representa en el teatro Nuevo Apolo: un grupo de 33 jóvenes que supera con creces las exigencias de Reguant. Aunque en la mayoría de los casos no hayan tenido más remedio que formarse por su cuenta como cantantes, bailarines y actores.
Un derroche de esfuerzo que no tendrán que sufrir las nuevas generaciones que se dediquen a este tipo de espectáculos. Porque Reguant ha creado en Barcelona la primera escuela para formar artistas de musical. Se llama Melody (en honor a su primer musical), y en sus tres años de existencia han pasado por ella 600 alumnos, de los que 150 están trabajando. En 1998 abrirá una sucursal en Madrid. Reguant está buscando un buen local para ello. "Estamos hermanados con la escuela Fama de Nueva York. Yo viajé hasta allí para conocer sus planes de estudio y hacer algo similar aquí", explica Reguant. Tres horas diarias de clase, nueve meses al año y tres cursos. Los alumnos aprenden canto, baile e interpretación.
Nada que ver con los planes de estudio de los principales personajes de West Side Story para los que han tenido que competir con un millar de aspirantes. Como Fedor de Pablos, de 31 años. "Todo lo he aprendido por mi cuenta y con la familia en contra. He estudiado piano desde los 12 años. A los 15 empecé las clases de baile y más tarde me dio por la interpretación. A partir de los 25 ves que no te salen tantos trabajos", cuenta mientras una peluquera le convierte su flequillo en un tupé, el que requiere su papel de jefecillo de una banda neoyorquina barriobajera. Falta poco para que comience la función. "El musical siempre me ha gustado pero aquí no se hacía", añade este descendiente de una familia de carniceros.
En cambio a Víctor Ullate, como su nombre indica, la cosa le viene de familia. Tiene 24 años y una formación de lujo. Primero con su madre, Carmen Roche, y más tarde con Maurice Bejart, en Bruselas. Fue en esta escuela donde le enseñaron nociones de canto y de interpretación, además de baile. "Fui a Londres, vi Grease y dije: "Esto es lo que hay que hacer", relata el joven, de gran parecido con su padre. Se presentó a las pruebas para el West Side Story con aplomo y seguridad, pero a punto estuvo de ser rechazado: los planes iniciales eran representar la obra en catalán. Pero hasta esta lengua estaba dispuesto a estudiar el joven Ullate con tal de conseguir su objetivo: ser el Bernardo de la obra, el personaje masculino más importante a excepción de Tony, el protagonista, que fundamentalmente tiene que ser un cantante lírico.
Finalmente la obra se estrenó en castellano con Ullate como Bernardo y Marta Ribera como Anita, su novia en el escenario. En la ficción y en la vida real porque desde que se conocieron hace un año no se han separado. "La vi y me pareció un bombón", comenta Ullate de esta artista sobre la que, según Reguant, recae uno de los papeles más difíciles, porque es la que debe reunir las tres facetas: canto, baile e interpretación. Marta Ribera tiene 26 años y es de las afortunadas que procede de la escuela Reguant. "Desde pequeña quería ser artista. Me daba igual cantante, actriz o bailarina. El musical me lo ha solucionado todo", declara.
Elección inesperada
A la pareja protagonista se le exige, sobre todo, grandes nociones de canto. No importa tanto que sean grandes bailarines o actores. Aunque en esta obra no se libran de salir al paso también como bailarines. Lorenzo Moncloa y Alicia Ferrer (Tony y María en la ficción) han hecho ópera y zarzuela.La elección de Tony fue realmente turbulenta. Cuando faltaban cinco días para el estreno, el joven elegido para el papel se quedó sin voz. Reguant llamó a Lorenzo Moncloa, de 27 años, quien tuvo que aprender de urgencia su papel. "Fueron 15 horas de ensayo durante cuatro días", recuerda este cantante que ya tuvo un pequeño papel en otro musical, Los miserables. "No me dio tiempo a aprenderme todas las letras de las canciones. El ayudante de dirección tenía que estar en el foso de los músicos con carteles para que leyera la letra", recuerda Lorenzo, peruano de nacimiento aunque siempre ha vivido en Madrid.
Alicia Ferrer, de 25 años, la julieta de esta historia, acaba de debutar en el musical. Tiene la carrera de canto, la de piano y las nociones de ballet que aprendió de niña. "No desecho la ópera pero me gusta mucho el musical", confiesa la protagonista.
Como estos dos papeles requieren un gran esfuerzo para la voz, Lorenzo Moncloa y Alicia Ferrer se turnan con Paco Arrojo y Virginia Martínez. Ellos son de aire más melódico que lírico. Paco, de 25 años, no ha estudiado la carrera de canto. Antes de ser el Tony de esta obra tenía un puesto en la orquesta Alcatraz, que trabaja fundamentalmente para programas de televisión. En cuanto finalicen las repesentaciones de West Side Story se instalará en Londres tres años para estudiar canto. Alicia Ferrer es una de las más jóvenes de la compañía. Tiene 21 años y la responsabilidad de interpretar a María tres veces a la semana. Es otra de las que procede de la escuela Melody, de Barcelona. Desde hace dos años ha participado en cuatro musicales de Barcelona. "¿Lo más difícil? Cantar, bailar e interpretar a la vez", dice.
A sus 22 años, Ariadna Corbella ha viajado varias veces a Londres y Nueva York sólo para ver musicales. Mañana, tarde y noche dedicada a esta tarea. Porque ella lo tuvo muy claro desde que vio el primer musical en Barcelona. "Se me abrieron los ojos. Y pensé que tenía que moverme", cuenta esta joven que interpreta a Inútil, la chica que quiere ser chico y a la que nadie toma en serio. El que sí que lo hace es Reguant: "Se trata de una revelación", dice. Ariadna comenzó con clases de danza, canto e interpretación por su cuenta. West Side Story es que su sexto musical.
Siempre antes de cada función se hace un calentamiento de 20 minutos en el escenario. Después, en camerinos, se oyen los típicos gorgoritos para preparar la voz. Los 33 jóvenes que intervienen en el musical comienzan a transformarse. Unos en puertorriqueños y otros en americanos residentes en el Bronx, zona marginal de Nueva York. Se desean "mucha mierda" antes de salir a escena, que es la forma de desear suerte en el mundo de la farándula. Han pasado 250 representaciones desde que se estrenó esta obra en Barcelona hace un año y la han visto más de 200.000 espectadores.
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