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Ranieri arriesga y vence al Depor

Arriesgó y venció. No siendo precisamente el riesgo una de las cualidades fundamentales de Ranieri, ayer, sin embargo, se la jugó. Probablemente porque no podía hacer otra cosa. Pero lo hizo: sacó del campo a un defensa e introdujo a un delantero. Aunque no se trataba de cualquier delantero, sino de uno desequilibrante: Ortega, quien, tras preparar una escabechina de la defensa deportivista, cedió el balón de la victoria a los pies de VIaovic. El Deportivo pagó su exceso de conformismo, su elección de los cinco defensas y su estado actual de indefinición, con una esterilidad muy arraigada a la hora de la verdad.En un terreno de juego en malas condiciones (demasiado blando para lo poco llovido), Valencia y Deportivo justificaron su mala clasificación con un primera parte deficiente. Repartieron miedos y limitaciones. Fue un fútbol racial, trabado y tosco, dándose la siguiente paradoja: dos equipos fabricados en el verano para tocar se conforman en el invierno con mucho correr.

El segundo tiempo nació con dos alegrías: un gran pase de Alfredo en profundidad a Maikel, que se arredró ante Zubizarreta, y una carrera zigzagueante de Ortega que anunciaba el fin de la buena vida de la defensa del Deportivo. En realidad fue una declaración de intenciones de Ranieri, que anduvo valiente al dejar tan sólo tres defensas tras la sustitución de Angloma por Ortega. El Valencia en general lo agradeció y VIaovic en particular. Sobre todo en ese centro que le permitió parar el balón dentro del área, templar ante la embestida de dos defensores y cruzarla ante la mirada de Songo'o.

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