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La crisis paraliza los cambios políticos en Asia

La rápida desintegración del milagro económico asiático está cambiando el escenario político y el marco de las relaciones internacionales en ese continente. Las aspiraciones de supremacía de China han quedado congeladas, los esfuerzos para la reunificación coreana, en suspenso, y la recuperación económica y el liderazgo de Japón se han debilitado a medida que los líderes se concentran en cómo no perder algunas de las conquistas económicas de los últimos años. Pekín ha bajado su tono en su intento de aislar a Taiwan para dejar que los demás países asiáticos puedan cortejar las inversiones de la rica isla y así traer más estabilidad a los mercados de la región.

"La crisis económica está teniendo un impacto muy importante sobre la política de la región", explica Hyun Hong Choo, ex embajador surcoreano en Estados Unidos. "El fracaso de Corea ha sido una llamada para que la región se despierte: todos estamos en claro peligro"."Ésta va a ser una época muy difícil para los líderes que todavía no son capaces de ver el alcance de los acontecimientos ni saben aún cómo hacerles frente", según Jonathan Plack, un especialista en política asiática del Rand Corporation, un instituto de opinión conservador. "La geopolítica, aunque no aparcada del todo, va a pasar a un segundo plano por ahora. Y las posibilidades de un indiscutible liderazgo estadounidense, que incluye el apoyo financiero, aumentarán de forma considerable".

Corea del Sur ofrece un ejemplo evidente del cambio repentino en las prioridades políticas de Asia. Hace unos meses, Corea del Sur se preparaba para jugar un papel importante con respecto a su vecino hostil, Corea del Norte, un proyecto que incluía miles de millones de dolares en ayuda para combatir la hambruna y facilitar el desarrollo económico a cambio de mayor apertura por parte del régimen comunista del norte. Ahora, semejante papel, por no hablar de la costosa reunificación de la península, es impensable.

"Esto va a reducir de forma importante la capacidad de Corea del Sur de asumir cualquier tipo de iniciativa", en opinión de Kim Kihwan, un embajador volante para asuntos económicos de Corea del Sur. El ex ministro de Exteriores Han Sheung Joo añade: "Cualquiera que sea el progreso que pueda haberse alcanzado hasta ahora, la negociación con el norte tendrá que esperar a que termine la crisis surcoreana".

Al mismo tiempo, el apretón financiero en Asia ha puesto en duda las promesas de apoyo económico que Corea del Sur y Japón habían hecho a la Organización Coreana de Desarrollo de Energía, que fue creada como Parte de un acuerdo con Corea del Norte para pagar la transformación de los peligrosos reactores nucleares a reactores de luz-agua más seguros.

También se reducen las ambiciones en el resto de Asia. En China, hace seis meses, sus dirigentes hablaban de empujar para formar parte del grupo de los siete países industriales más importantes del mundo (G-7). Ahora le faltan argumentos para insistir. China no está jugando un papel destacado en la resolución de los problemas asiáticos. Aunque Pekín dio un paso sin precedentes hacia un mayor papel regional al contribuir con mil millones de dólares al fondo de rescate para Tailandia y dijo el martes que contribuiría con una cantidad sin especificar a un fondo indonesio, China parece más interesado en proteger sus enormes reservas de divisas extranjeras -135.000 millones de dólares- por si su economía tiene que enfrentarse a un ataque.

Las animosidades del pasado se ponen al descubierto de nuevo. Japón, que tiene casi 24.000 millones de dólares de la deuda surcoreana, está actuando con cuidado respecto a Seúl, no sólo preocupado por sus propios problemas, sino también por miedo a reavivar el debate sobre su ocupación colonial de la península coreana. Como consecuencia, no ha podido satisfacer las expectativas de más asistencia, a la vez que recibe críticas de neocolonialismo de algunos surcoreanos que creen que existe una conspiración internacional, orquestada desde Tokio, para derribar a Corea.

Pero los coreanos y otros asiáticos deben ir aceptando el hecho de que necesitan la ayuda de Japón tanto como Asia necesita una economía japonesa más sana para conducir el crecimiento regional. El fracaso de Japón en la reorganización económica de los. últimos anos no es simplemente un problema doméstico sino un estorbo para el desarrollo asiático.

Algunos hombres de negocios y analistas afirman que los países asiáticos se verán forzados a trabajar juntos. En primer lugar, después de la devaluación de sus divisas, puede que acudan unos a otros a comprar equipos y bienes que ahora cuesta muchísimo más conseguir de EE UU o Europa, opina J. Hayashi, director de APL Limited, una compañía de transporte en California.

Sin embargo, hasta que esa cooperación se convierta en realidad, muchos asiáticos, especialmente en Corea, miran de nuevo hacia EE UU en busca de liderazgo y asistencia Financiera. Pero, tras años de intentar distanciarse de EE UU, los asiáticos temen que ese país, sin la motivación de la estrategia de la guerra fría, no esté dispuesto a cumplir con el protagonismo que de él se espera.

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