_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Virtuamables

MARUJA TORRES

Tengo una interlocutora que me recomienda qué hacer cada vez que meto la gamba con el Internet. Nunca la he visto. Hablamos por teléfono. Conozco su nombre de pila, pero no sé si realmente se llama así. Un día le pedí que se describiera. Al cabo de unos segundos de recelosa mudez me dijo que era corriente. Ni alta ni baja, ni gorda ni flaca, ni rubia ni morena. ¿Ni joven ni vieja?, añadí. Ahí concretó. Era joven. Lo bastante como para no entender mi ansia de adivinar su aspecto. Era joven, dijo. Pertenece, concluí, a una generación laboralmente tan explotada y diluida que no concibe la necesidad de relacionarse profesionalmente de otra manera que no sea por teléfono. No me contó cómo es su lugar de trabajo, si tiene cuadros o calendarios colgados en la pared. No le parece un tema interesante.Me ha enseñado a conectarme bien con otros cuya corporeidad también ignoro. A la larga, me he acostumbrado a sus instrucciones precisas, que obedezco como si la tratara en persona. No me queda más remedio. Soy sujeto pasivo de su eficacia oral. Si un mal día decidiera abandonarme, tras comunicarme que el servidor de Internet para el que trabaja se ha fugado a Suiza con la pasta de todos los colgados de la red, una parte importante de mi confianza me abandonaría, pues ya me he convertido en una abyecta virtual. Me quedaría sonada. Ahora bien, le he prohibido que se comporte con amabilidad. Odio a la dependienta o al camarero que te desean un buen día sin mirarte -un invento gringo que se extiende peligrosamente a nosotros: el lenguaje políticamente correcto del vendedor, única relación social sancionada como impecable-, y la estúpida costumbre de agradecer nuestra inevitable sumisión: "Gracias por elegirnos a nosotros".

Cuanto más nos lo dicen, menos podemos elegir.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_