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Yeltsin, hospitalizado de nuevo a causa de "una aguda infección viral respiratoria"

La salud de Borís Yeltsin ha vuelto a convertirse en el eje de la vida política rusa. El presidente fue internado ayer en el sanatorio Barvija, en las afueras de Moscú, aquejado según su portavoz, Serguéi Yastrzhembski, de "una aguda infección viral respiratoria". La misma fuente dijo en enero que Yeltsin estaba resfriado cuando en realidad sufría una pulmonía doble, pero las señales de alarma no están sonando, de momento, con la misma intensidad. Supuestamente, el líder del Kremlin, de 66 años, no necesita guardar cama. Su estancia en el sanatorio será 10 o 12 días.

Como en 1996, durante las dos vueltas de la campaña electoral a la presidencia, y como antes y después de que, en noviembre de ese mismo año, le implantaran un quíntuple puente cardiaco, llegan de nuevo los tiempos en los que habrá que empezar a hacer kremlinología, es decir, a descifrar los signos para saber si el jefe de Estado de la segunda potencia nuclear del mundo está o no en condiciones de agotar su segundo mandato hasta el 2000.Hay demasiados precedentes de montajes que intentaban ocultar la realidad como para no tomar con cautela las declaraciones oficiales tranquilizadoras. Probablemente, Yeltsin es presidente, no sólo porque los votantes se asustaran en 1996 del peligro rojo que suponía su rival comunista, Guennadi Ziugánov, sino también porque la práctica totalidad de los medios de comunicación rusos ocultó entonces que el presidente estaba muy enfermo. De hecho, sufrió dos ataques cardiacos entre las dos vueltas de la elección, pero los votantes no llegaron a enterarse.

La próxima cita a vigilar es mañana, cuando debe pronunciar su habitual sermón de los viernes, pero al ser por radio y grabado no será fácil sacar conclusiones sobre el estado de Yeltsin. Dos días más tarde, si su salud se lo permite, votará en las elecciones a la Duma local de Moscú, convertidas en una especie de ensayo del actual balance de fuerzas políticas en el conjunto de Rusia. Si no vota, alimentará las sospechas de que su problema de salud es grave.

Este año comenzó con Yeltsin recuperándose con dificultades de su operación a corazón abierto, con largas ausencias del Kremlin, con apariciones fugaces y poco convincentes, con caras pálidas, andar inseguro y gestos titubeantes y con mil especulaciones sobre la sucesión.

A partir de mayo, todo cambió. Aunque con gesto a veces crispado, y con un caminar que recordaba al lento aunque poderoso movimiento de un tanque, Yeltsin ha desarrollado en los últimos meses una actividad frenética, con frecuentes viajes al extranjero y al interior del país y con numerosas iniciativas políticas que mostraban que no había perdido la habilidad que un día le aupó hacia el poder. Incluso expulsó del Kremlin al magnate Borís Berezovski y luego quitó la cartera de Finanzas al vicejefe de Gobierno Anatoli Chubáis, que se debía creer onmipotente tras deshacerse de su gran rival.

Un detalle, sin embargo, preocupaba incluso a sus incondicionales: su incontinencia verbal. En mayo prometió en París desactivar los misiles nucleares que apuntan a Occidente; en octubre aseguró en Estrasburgo que Rusia firmaría en Ottawa el tratado de prohibición de las minas antipersonas; y ya en diciembre, en Estocolmo, anunció reducciones unilaterales, tanto del arsenal atómico como de las fuerzas convencionales. Sus ministros y portavoces tuvieron que matizar en todos esos casos.

Atento al secuestro aéreo

Antes de que se anunciara el ingreso de Yeltsin en el sanatorio, Yastrzhembski había asegurado que el presidente había seguido de cerca el desarrollo del secuestro de un avión que cubría la ruta entre Magadán (en el Extremo Oriente) y Moscú. El suceso tuvo final feliz. Ninguno de los 140 ocupantes del lliushin 62 sufrió ningún daño y el pirata fue capturado por los comandos de la fuerza especial Alfa cuando intentaba negociar la partida del aparato a Suiza y un rescate de 1.500 millones de pesetas.A la buena noticia, le sucedió la mala. El mismo Yastrzhembski compareció ante los periodistas para informar del internamiento de Yeltsin a causa de una infección "provocada por un resfriado", según los médicos, que consideran que "no se excluye que pueda derivar en gripe". Al parecer, las características de la enfermedad desaconsejan el uso de antibióticos y recomiendan el descanso y no salir a la calle.

Desde que fue operado hace un año, el coche oficial del presidente va acompañado siempre de una ambulancia azul, como saben bien los usuarios de la llamada vía gubernamental, en la que el tráfico se dificulta cuando el presidente va o viene entre el Kremlin y su residencia habitual.

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