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La incertidumbre de una isla sin metas

Rocío García

La incertidumbre. Esa sensación de que uno no puede ponerse metas porque incluye el no cumplirlas es lo peor de la vida de muchos de los profesionales cubanos. O al menos, eso afirma el ingeniero químico Yosiel Marniero en el documental La isla en peso, realizado por cubanos y que emite esta noche. Documanía en una noche dedicada a Cuba. A lo largo de tres horas -desde las 22.00 hasta la 1.00- este canal, integrado en Canal Satélite Digital, ofrece un repaso de la realidad social y económica en la que se encuentra inmerso el pueblo cubano a través de cuatro reportajes.Cuba, la isla cercana es el título elegido por Documanía para adentrarse en los aspectos más esenciales de la vida cubana, desde el económico, el principal de todos, hasta el sanitario o el educativo. La noche especial de Cuba comienza a las 22.00 con la emisión de La isla en peso, en el que los propios cubanos hablan y confiesan sus temores y angustias ante la falta de dinero para comprar algo elemental, la carne, y las perspectivas futuras. A continuación, Cuba en bicicleta (22.30) recorre la isla junto al aventurero danés Stig Hartkopf y Concierto mayor (23.25), un documental dirigido por los cubanos Santiago Álvarez e Ismael Perdomo, recoge el concierto celebrado en La Habana -con la participación de Pablo Milanés, Fito Páez y Joaquín Sabina- con el fin de recaudar fondos para los enfermos de sida.

Con Cuba: S. 0. S. (23.50) -una producción de Cappa que se adentra en la hambruna del país- y Cuba, otra mirada (0.15), una visión singular de la situación cubana a través de lo que ocurre en los almacenes Fin de Siglo, se cierra la noche de Documanía dedicada a la isla que gobierna con mano firme desde hace 37 años el comandante Fidel Castro.

El aspecto primordial del documental La isla en peso es que está realizado por los propios cubanos. Son ellos mismos, desde el exilio o desde el interior, los que confiesan sus miedos y esperanzas ante el presente y futuro de sus vidas. Las tímidas medidas de liberalización de la economía que contrastan con los controles del Gobierno cubano centran el reportaje sobre lo que es la dura supervivencia día a día de los ciudadanos. Con imágenes -bellísimas, vistas desde Occidente- de La Habana y sugerentes canciones se adentra este documental en pequeñas empresas, como los llamados paladares (restaurantes), las dificultades de los dueños de los ciclotaxis, la búsqueda y el encuentro con las religiones como alivio a las "tensiones espirituales" o las perspectivas de los profesionales.

Como, por ejemplo, Gilberto Fleitas, un médico cirujano que entiende el que compatriotas suyos hagan la vista gorda de la ética revolucionaria haciendo negocios más o menos legales con el único fin de dar de comer a sus hijos. "Vivimos en una sociedad justa, a pesar de los miles de errores que no pueden ocultarse", dice Fleitas. No tan justa, a tenor de las serias quejas que formulan algunas amas de casa, con críos en su regazo, en el mercado ante el exorbitante precio de la carne. O ante la amargura de Armando Cardona, un ingeniero que no duda en calificarse de "fracasado y frustrado". "Ellos no tienen la calidad para regir mi vida tal y como lo han hecho. A mis 58 años, tengo la necesidad de confesar que con mayor independencia hubiera sido mucho mejor como ser humano", afirma Cardona pesaroso.

"La gente espera algo, pero aquí no pasa nada". La letra de esta canción cubana que sirve para algo más que un fondo musical del documental ilustran a la perfección los sentimientos que invade el corazón de los cubanos.

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