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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Réquiem por una biblioteca

Era el Servicio de Documentación Bibliotecaria de la Biblioteca Nacional, también conocido como Biblioteca del Bibliotecario. Hace semanas se empezó a rumorear que su desaparición estaba próxima, pero ninguno de los que la frecuentábamos imaginábamos que su cierre fuera a ser inminente: el pasado viernes 21 de noviembre la biblioteca cerró sus puertas por órdenes de la dirección. Pedir explicaciones es lo primero que se nos ocurrió a los estupefactos usuarios que no dábamos crédito a la noticia. Parece ser que nuestra biblioteca (remodelada hace apenas cinco años) es, junto con otros servicios de la Biblioteca Nacional, lugar idóneo para convertirse en sala de exposiciones. Teniendo en cuenta que la Biblioteca Nacional ya tiene una en la planta baja, además de contar con la exposición permanente que constituye el Museo del Libro, y que además la Biblioteca Nacional es una biblioteca, valga la redundancia (que para algunos no ha debido quedar patente), resulta totalmente ilógico el cierre de un servicio destinado a formar futuros bibliotecarios y que debería ser orgullo de la biblioteca.El cierre de esta biblioteca no puede pasar inadvertido. Nuestra Constitución defiende y protege el derecho a la formación y a la educación y los usuarios nos hemos quedado de un día para otro en la calle. Nos han llegado noticias de que los fondos que utilizábamos se van a guardar en cajas, lo que no puede ser más paradójico: una biblioteca que encierra sus libros en cajas, imposibilitando su lectura y la transmisión de conocimientos, que es para lo que fueron escritos. ¿O es que los libros no son para leer, señor secretario? La urgencia de las obras, debido a la asignación de nuevos presupuestos, ha desencadenado el rápido cierre.

Hace ya tiempo que las revistas y los manuales recién publicados no se reciben. Preguntamos y nos contestan que no hay dinero para adquirir libros, y tampoco lo hay para aumentar el personal. Pero resulta que en julio de 1997 se cerró el vestíbulo de la Biblioteca Nacional por obras. Estas obras consisten en la realización de una claraboya, cuyo gasto, junto con el de otras remodelaciones del edificio, asciende a 10.000 millones de pesetas. Tantos días estudiando en la Biblioteca del Bibliotecario para llegar a ser el día de mañana buenos profesionales y lo único que hemos aprendido es erróneo, ya que, según las conclusiones sacadas de los últimos acontecimientos, las suscripciones a revistas no se deben renovar, cuanto más tarde vean los lectores los libros que se reciben mejor, en vez de abrir bibliotecas es mejor cerrarlas y convertirlas en salas de exposiciones, y las claraboyas son un elemento primordial para el buen funcionamiento de las bibliotecas.

Nada, no hemos aprendido nada. De momento no sería mala idea habilitar otra sala de la Biblioteca Nacional para que pudiéramos acceder a los fondos.- .

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