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La presidencia de Serbia deberá decidirse este mes en la segunda vuelta

ENVIADO ESPECIAL Una segunda vuelta decidirá este mes el ganador de las elecciones presidenciales serbias, ninguno de cuyos candidatos obtuvo el domingo los votos necesarios para proclamarse vencedor. Los resultados casi definitivos de los comicios, que van camino de convertirse en una saga y en los que por muy poco se superó la participación del 50% exigida por la Constitución, anticipan que el duelo final entre Milan Milutinovic, aliado de Slobodan Milosevic, y el ultranacionalista Vojislav Seselj se saldará o con un triunfo del primero o con una nueva victoria de la abstención, como en octubre pasado.

Esta es la tercera vez en menos de tres meses que los serbios votan para intentar cubrir la sede vacante dejada en julio por Slobodan Milosevic, que se catapultó entonces a la presidencia de lo que queda de Yugoslavia, Serbia más Montenegro.Según datos parciales divulgados ayer por la comisión electoral, el ministro de Exteriores Milutinovic, candidato de los ex comunistas gobernantes, ha obtenido el 41% de los votos, contra el 33% del fascista Vojislav Seselj, jefe del Partido Radical. En la sede de esta formación, sin embargo, se ampliaba a diez puntos la ventaja del aspirante oficialista.

Como se esperaba, el tercero en discordia, Vuk Draskovic, hasta hace unos meses codirigente de la coalición opositora Unidos, ha quedado descolgado de la carrera y probablemente de todas sus aspiraciones políticas con un 16% de los sufragios.

Draskovic, al que quedan como renta los 45 escaños de su Movimiento Serbio de Renovación, ha pagado entre otras cosas el precio de sus acuerdos con Milosevic, al que hasta poco declaraba su enemigo mortal.

La participación provisional estimada por el máximo órgano electoral es del 53%, pero los radicales, que a la misma hora difundían datos extraoficiales finales, la sitúan en el 51%. Los comicios presidenciales de septiembre-octubre fueron invalidados porque en la segunda vuelta, ganada por Seselj frente al candidato de Milosevic, entonces Zoran Lilic, no se alcanzó por un punto el porcentaje fatídico. En aquella ocasión el voto en la primera ronda, 57%, superó holgadamente al de ahora.

De mantenerse la creciente fatiga electoral de los cariacontecidos serbios, que se desayunaron ayer con la noticia de que Washington prolonga un año más sus sanciones económicas contra Belgrado, tampoco habría vencedor en la cuarta cita con las urnas, prevista para el 21 de diciembre. El escenario, en cualquier caso, con o sin quórum, parece haber quedado listo para prolongar el reinado de Slobodan Milosevic, a quien el actual vacío de poder en una de las dos repúblicas que integran la federación facilita sus maniobras para cargar de contenido su nuevo puesto de presidente federal.

La opinión mayoritaria entre quienes se interesan por las elecciones, los menos, es que ni sus mejores amigos podrían haber previsto el caudal de votos, alrededor de un millón y medio, obtenido por el oscuro Milutinovic, pese al apoyo de la televisión oficial. Lo que unido a unos porcentajes de participación siempre en el filo de la navaja tiene como consecuencia que sea difícil encontrar en Belgrado a alguien que crea en la limpieza de unos comicios que, según subrayó ayer la comisión electoral, "han sido supervisados por 48 observadores extranjeros". Los tímidos hablan de "ingeniería electoral". Otros, que como el periodista Bratislav Grubatic conocen los entresijos del poder, consideran las elecciones del domingo "un fraude obvio".

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