El más conocido extorsionador de las finanzas japonesas consigue la libertad bajo fianza
Ryuichi Koike, de 54 años, el mafioso más temido por los ejecutivos financieros japoneses, salió ayer en libertad bajo una muy discreta fianza de 40 millones de yenes (unos 45 millones de pesetas) por decisión del Tribunal de Tokio encargado de juzgar sus delitos. Koike, chantajista profesional cuya actividad ilícita llevó a los directivos de cinco de las entidades financieras más poderosas de Japón a inclinarse ruborizadas y pedir perdón a sus clientes, ha contribuido a acelerar la crisis financiera más aguda de Japón desde hace medio siglo.Koike consiguió con sus chantajes a las principales entidades financieras japonesas cantidades millonarias. Amasó una fortuna de 12.400 millones de yenes (14.210 millones de pesetas) y consiguió 11.700 millones de yenes más (unos 13.500 millones de pesetas) en créditos a cambio de su silencio.
Se trata de un sokaiya (mafioso) típico, elegante y discreto. Su actividad durante años ha sido adquirir acciones suficientes y ganar con ellas su derecho a participar en las juntas de accionistas de notorias empresas para poder plantear cuestiones comprometidas. Los sokaiya pueden llegar a controlar paquetes accionariales importantes. El de Koike en Nomura era de unos 300.000 títulos.
Antes de asistir a la reunión anual, los sokaiya contactan con algún directivo de la empresa y le advierten que si no reciben compensaciones se ocuparán de airear información comprometedora. Si el cobro se consuma, la empresa habrá violado el Código de Comercio, recientemente revisado para aumentar las penas contra los extorsionadores.
Si la empresa no accede, el extorsionador entrará en la junta accionistas, se levantará y sacará uno por uno los trapos sucios de los gestores.
La actividad de los sokaiya es reciente, nacida al abrigo de la "burbuja nipona" de mediados de los ochenta hasta principios de los noventa. Los sokaiya han llegado a presionar tanto que llevaron a las empresas japonesas a celebrar sus juntas de accionistas todas el mismo día y a la misma hora para tratar de entorpecer la extorsión. Todo ha sido en vano.
A manos de Koike cayeron las cuatro agencias de valores más importantes de Japón (Nomura, Nikko, Daiwa y la recientemente declarada en quiebra Yamaichi Securities), además del banco Dai-lchi Kangyo. El pasado mayo Koike fue detenido. Decidió no caer solo y arrastró al presidente y al director general del Dai-lchi Kangyo, al presidente de Nomura, Hideo Sakamaki, y a 20 directivos más de la firma.
Con lentitud, la justicia nipona va revisando los expedientes, aclarando responsabilidades y escuchando una y otra vez frases de arrepentimiento. Poco después se impone una discreta fianza al directivo, que le devuelve la libertad. La hora del relativo perdón para el mafioso llega más tarde. La de Koike llegó ayer, a siete meses de su detención. Antes que él salieron los más de 30 directivos encarcelados en estos meses por sus vinculaciones con él. La única diferencia es que sólo los ex gestores salen con el honor mancillado. El sokaiya es eso, un profesional.
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