"Pensé que moríamos"
El sueño de María Dolores Morán, de 86 anos, mudó en pesadilla cuando el humo se coló en su cuarto. Eran cerca de las dos de la madrugada. "Pude abrir la ventana y por una pequeña rendija pedí auxilio y chillé para que nos vinieran a socorrer. En ese momento pensé que nos moríamos", recuerda María Dolores. Esta anciana fue trasladada al centro de la tercera edad de Alcorcón, igual que otros 11 mayores afectados por el incendio de la residencia del Inserso en Vallecas.Mientras esperaban a que los bomberos les rescataran de la humareda, los residentes mojaron toallas y se tumbaron en el suelo para evitar la asfixia. "El humo llenaba las habitaciones y se fue la luz", relataban ayer. Catalino Pires pensó que el fuego estaba en su cuarto de baño. La nube de humo le impedía salir al pasillo, por lo que tuvo que abrir la ventana y esperar a los bomberos.
Audenia García, otra residente, hablaba de la madrugada más negra de su vida con el corazón encogido: "Lo pasamos muy mal. Pero nos ayudó todo el mundo y no nos faltó de nada. Estamos muy agradecidos al personal".
Tras ser rescatados, los ancianos fueron alojados provisionalmente en la cafetería de la residencia, en la planta baja de un edificio anexo. A las seis de la madrugada viajaron a Alcorcón.
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Un cumpleaños pasado por humo
VIENE DE LA PÁGINA 1Manuela, de 79 años, con habitación en la octava planta (las llamas se iniciaron en la novena) no creyó el incendio. "Pensé que era una broma", explicaba ayer. "Hacía mucho frío y yo no quería salir a la calle. Un policía municipal me gritó que me fuese, que me fuese. Al final acabó cogiéndome entre sus brazos y me sacó a la calle".
Una vecina de Vallecas, atenta al fuego, subió a la octava planta para echar una mano. "Una de las ancianas se quiso dar la vuelta porque no llevaba la bata puesta. Me quité el jersey, se lo puse y la saqué", señaló.
Otra anciana recordó tragedias del pasado, pero resultaron incomparables: "Yo viví la guerra civil y he pasado muchos malos tragos en esta vida. Pero como el de anoche, ninguno".
Ambrosio Zorrilla, burgalés de 88 años, tuvo un cumpleaños pasado por humo. Se quejaba de la urgencia de la evacuación. "No nos dieron tiempo a que cogiésemos nuestras cosas, pues nos sacaron rápidamente. Me he dejado el reloj, la cartera y todos mis documentos en la residencia". Eran muchos los que se lamentaban de las prisas y recordaban el humilde patrimonio que habían dejado en su cuarto.
Emilia no asimiló bien el suceso. La taparon con una manta y le dieron un vaso de agua para que se tranquilizara. "No me hizo ningún efecto y me puse a devolver. "Tenía los ojos muy rojos", explica.
"Pudo ser una catástrofé", opinaba Alejandra, otra de las residentes, con habitación en la tercera planta. "Lo peor fue cuando nos dijeron que no utilizáramos los ascensores y bajáramos andando. Yo tengo reúma".
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