Bolero
Es sorprendente lo poco que crece electoralmente el PP, habida cuenta de que actúa sin apenas oposición política. El PSOE va por la vida y por la historia de Brigadoon, aquel poblado celta que desaparecía durante años y sólo volvía a emerger como consecuencia de algún hecho prodigioso, por ejemplo, un baile entre Gene Kelly y Cyd Charisse. Mientras el PSOE espera o bien a que Felipe González vuelva de vacaciones o Rodríguez Ibarra de su imaginario exilio portugués, los grupos que quedan a su izquierda están en fase de reconstitución, refundación o regeneración, tanto la desunida Izquierda Unida como las izquierdas errantes, que no erráticas.A pesar de tamaña hegemonía en su posición, las gentes del lugar no acaban de pasarse al PP, desorienta do su olfato ante la duda de si será de carne o de pescado, serio problema que en el siglo XVIII implicó al hipopótamo, para algunos naturalistas ilustrados, carne, y para otros menos ilustrados, pescado. ¿Será el PP un partido tan posmoderno que ni si quiera es de carne o pescado, sino de todo lo contrario? El teórico de la cultura Frederic Jameson sostuvo que la posmodernidad necesitaba posmodernos, sin que se pueda comprobar qué fue primero si la posmodernidad o los posmodernos. Nuestros peperos son la derecha posmoderna, ecléctica y aparentemente deshistorificada, y tal vez en España no haya suficientes posmodernos para darles la mayoría absoluta. Hay tanta memoria histórica aterida que, a pesar de toda su torpeza autodestructiva, el PSOE perdió las elecciones por un puñado de votos y conserva a Felipe González y a Almunia al frente de la clasificación general de políticos bonitos. Difícil la reestructuración electoral de España porque la derecha inquieta por lo que fue y la izquierda amarga o irrita por lo que pudo haber sido y no fue. No salimos del bolero.
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