El Parlamento británico decide ilegalizar la caza del zorro con perros
El 70% de la población aprueba la medida
La presión crece y el cerco se estrecha. La víctima, sin embargo, cambia de silueta y apelativo. Ya no es el zorro, sino la jauría y los jinetes británicos que le dan caza desde tiempos inmemoriales. La sociedad pide su eliminación y las nuevas generaciones de políticos, que hicieron su entrada en el Parlamento de Westminter el pasado mayo, les tratan ya como especies en extinción. La prueba se dió el pasado viernes. Tras un debate apasionado, una mayoría de 260 diputados, representantes de todas las fuerzas políticas británicas, votó ese día a favor de un proyecto de ley que persigue la criminalización de la caza de mamíferos salvajes con perros.
El impulsor del proyecto, el laborista Michael Foster, denunció el "placer artificial" que el cazador experimenta al perseguir y dejar que los perros descuarticen al zorro. Y definió el objetivo de su intervención parlamentaria en la "protección de los mamíferos salvajes de la crueldad y del dolor innecesario que se les causa en este llamado deporte".Como antaño sucedió con las peleas de gallos y otras crueles prácticas, los británicos quieren prohibir la caza del zorro. Las encuestas indican que una media en torno al 70% de la población esta a favor de la censura. La campaña acaba de ganar además un prestigioso partidario. El príncipe de Gales, invitado de honor en varias cacerías, sugirió ayer que está dispuesto a abandonar un deporte que practica desde su juventud. En la era pos-Diana, el heredero de la Corona británica no puede ignorar la voluntad de los súbditos.
También es verdad que los simpatizantes de las tradicionales cacerías fallaron al defender su postura en el Parlamento británico el pasado viernes. Se presentaron como una minoría cuya libertad se verá menguada de aprobarse el proyecto de ley. Y advirtieron que, de suspenderse las batidas, se causará un gran daño a la economía rural. "Nadie se preocupó de los mineros cuando se cerraron los pozos de carbón", contestaron sus oponentes.
La antigua ministra conservadora Ann Widdecombe destruyó con gracia el argumento económico: "¿Debemos preservar el crimen y las enfermedades porque mantienen a policías y doctores en sus puestos de trabajo? preguntó a sus colegas parlamentarios. En cuanto a la preservación de un estilo de vida que sigue la élite británica desde hace siglos, los contrarios a esta modalidad de caza propusieron sustituir al zorro por un rastreo artificial.
El cazador británico es ahora el objetivo de la caza. La veda se levantó hace tiempo -se estima que ha habido 24 intentos de abolir la caza del zorro desde 1945- pero se intensificó este otoño. Previo al debate y al voto parlamentario, las asociaciones en defensa de los animales protagonizaron una campaña sin precedentes. Anuncios en prensa, manifestaciones, escritos públicos y continuos sondeos de opinión fueron algunas de las acciones realizadas.
Impopular en el campo
Sus oponentes tampoco se quedaron atrás. Su maniobra más eficaz se tradujo en una concentración en Hyde Park, centro de Londres, que reunió a miles de residentes y simpatizantes de la vida rural. Pero las estadísticas demostraron después que la caza del zorro es impopular incluso entre los habitantes del campo, pero el Gobierno de Tony Blair tomó nota de la reunión. Los laboristas evitan enemistarse con la élite terrateniente y, de momento, el proyecto de Foster difícilmente se convertirá en ley en la presente legislatura.El viernes superó un obstáculo, pero la propuesta caerá en alguna fase de su trayectoria parlamentaria, incluso antes de que se inicie el debate en la Cámara de los Lores. Pero dados los resultados de la votación y la creciente presión de la sociedad, Blair deberá encontrar una vía que ponga fin a las cacerías de zorro en su modalidad tradicional.
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