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Las 15 empresas de inserción laboral de marginados piden que se les reconozca por ley

Las empresas de inserción de Madrid se han cansado de ser las hermanas pobres del mercado laboral. Compiten con otras firmas más grandes en los concursos públicos y casi siempre pierden porque sus medios son escasos. Jóvenes que han fracasado en la escuela, mujeres divorciadas con cargas familiares no compartidas, parados de larga duración, ex presidiarios, vagabundos, inmigrantes o prostitutas retiradas, forman las plantillas de estas empresas, que han pedido al Gobierno regional una ley que les reconozca y preferencia en trabajos que propicien la inserción.

En la actualidad, sobreviven a duras penas unas quince empresas de esta índole. Desde hace algo más de un año se han unido bajo la Asociación Madrileña de Empresas de Inserción (AMEI). Este colectivo ha escrito a la Comunidad de Madrid para pedir que les favorezcan, no con subvenciones, sino sacando a concurso público los trabajos que son propicios para la inserción como el mantenimiento de jardines, la limpieza, la ayuda a domicilio y el reparto. También han pedido una ley que reconozca sus fines y la creación de un registro donde puedan inscribirse y evitar el intrusismo.El Gobierno regional aún no dispone de un registro de estas empresas. Sin embargo, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales se comprometió en junio a crear antes de fin de año un marco legislativo para las empresas de inserción.

Estas compañías tampoco reciben ayudas, al no disponer de trabajadores fijos. Su cometido es formar a personas con problemas de inserción social para que luego puedan abrirse paso en el mercado laboral. El germen de esas empresas surge de asociaciones sin ánimo de lucro que se afanan en formar a colectivos desfavorecidos a base de cursos en los que el aprendizaje de habilidades sociales es tan importante como el oficio, según Luis María López Aranguren, miembro de AMEI. Por ejemplo, una ex prostituta necesita hábitos como madrugar y cumplir con una jornada laboral completa.

Pero el manto protector de AMEI no es vitalicio. "Nuestra razón de ser pasa por reinsertar laboralmente a la gente, y a cuanta más, mejor. Cuando los trabajadores de estas empresas ya están preparados, se les deja saltar al mercado libre", comenta López Aranguren.

Aunque a paso lento, las empresas de inserción están abriéndose hueco en el mercado, pero pervive un fondo de rechazo implícito cuando se habla de antiguos toxicómanos, prostitutas y vagabundos. De ahí que en la relación de compañías que se detalla a continuación no se desvele, por petición expresa, la tipología de sus empleados:

Centro. Las asociaciones CASM y Candelita llevan una empresa de limpieza, en este distrito, con seis personas contratadas que antes superaron un proceso de formación en el que adquirieron hábitos de horario, presencia física y desarrollo de sus funciones.

Vallecas. Cuatro mujeres que estuvieron percibiendo el ingreso madrileño de integración (IMI) se ocupan ahora de una tienda de material de oficina donde también se ofrece papelería artesanal y encuadernación. La empresa ha sido alentada por la asociación Cepa.En este mismo distrito, la asociación Norte Joven forma a 115 chavales en el sector de ebanistería, fontanería y electricidad. Trabajan después en otros distritos como Fuencarral y San Blas.

Vallecas. La asociación La Kalle tiene una persona que enseña carpintería y construcción de muebles de cocina a individuos que han percibido el IMI. Hay dos contratados.

Usera. La fundación Tomillo, la más antigua del AMEI, forma a jóvenes en jardinería y cuidado del medio ambiente. Las dificultades de inserción se han terminado para nueve de ellos, que ya están contratados.

Argüelles. En este distrito existe una empresa de servicios múltiples de gestión y- formación. También se ha impulsado la creación de un restaurante del que se ocupan un inmigrante y una mujer con cargas familiares no compartidas.

Chamberí. La asociación Amis gestiona una empresa de mensajería, transportes y mudanzas, con 12 personas que han podido sustituir su ingreso madrileño de integración por una nómina a final de mes.

Carabanchel. La fundación San Martín de Porres entrará en breve en la AMEI. Ha creado una empresa de encuadernación y reprografía en la que trabajan seis hombres, antes marginados sin hogar.

Móstoles. La asociación cultural Promoción de la Mujer Caleidoscopio, de este municipio, forma a féminas en el campo de los servicios de comida. La empresa consigue cada vez más trabajo gracias al buen hacer de sus ocho empleadas.

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