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La derecha francesa cierra filas con Le Pen en el debate sobre el derecho a la nacionalidad

El espinoso proyecto de ley sobre la nacionalidad y la inmigración, un asunto que divide a los franceses y envenena la vida política, llegó ayer a la Asamblea Nacional con el apoyo a regañadientes de no pocos diputados socialistas y las reticencias de los aliados gubernamentales comunistas y verdes. La presentación del código de nacionalidad que proclama ciudadano francés al cumplir la mayoría de edad, a los 18 años, a todos los hijos de inmigrantes nacidos en Francia generó un debate amargo en el que la derecha se movió presionada por el extremismo de Jean-Marie Le Pen.

Es un debate asociado a la repatriación forzada de los inmigrantes clandestinos y a la lucha que los sans papiers (indocumentados) mantienen en la calle, que tiene el efecto de suscitar la mala conciencia de la izquierda y que fuerza a la derecha a mostrar su rostro más duro. Un debate eternamente inconcluso que seguirá suspendido sobre la sociedad francesa sea cual sea el destino de la ley, porque nadie puede creer que las disposiciones sometidas a la aprobación de la Asamblea puedan durar más allá de lo que dure la mayoría gubernamental. La historia de la política francesa muestra, de hecho, que este es un terreno de imposible consenso nacional.El proyecto de nacionalidad, globalmente restrictivo en un momento en el que Francia se siente desbordada por el problema de la inmigración, no cumple con las expectativas de esa parte de la izquierda que reclama que la condición de francés debe ser adquirida automáticamente al nacer en el caso de que los padres lleven residiendo en el país un mínimo de 5 años. Con todo, las disposiciones presentadas por la ministra de Justicia, Elisabeth Guigou, rebajan sustancialmente los obstáculos establecidos en la legislación actual.

La ley Méhaignerie de 1993 impone hoy a los jóvenes de edades comprendidas entre los 16 y los 21 años la obligación de manifestar la voluntad de adquirir la nacionalidad francesa con una declaración expresa ante las autoridades o haciéndose censar por el Ejército. Además de conceder la nacionalidad de manera automática a la mayoría de edad, el texto de la ministra de Justicia, permite reclamarla al cumplir los 16 años.

Bajo la misma idea de que Francia no puede hoy permitirse ser la generosa tierra de asilo que fue en los tiempos de mayor fortaleza, izquierda y derecha abrieron pues formalmente una discusión que está generaliza en la sociedad y que se prolongará durante semanas. El portavoz del gaullista RPR y antiguo ministro de Interior Jean-Louis Debré adelantó ayer la intención de su partido de "movilizar a la sociedad" en contra del cúmulo de la normativa legal. A su juicio, el conjunto de disposiciones sobre la nacionalidad y la regulación de la inmigración" abre las puertas de Francia a todo el mundo". El antiguo presidente, Valéry Giscard D'Estaing, ha pedido al actual presidente Jacques Chirac que utilice el arma del referéndum para evitar que los proyectos se materialicen en ley.Estas invocaciones que se hacen a la movilización ciudadana no podemos aceptar que un texto como este pase discretamente", dijo Jean-Louis Debré- responden claramente a la presión que el Frente Nacional está ejerciendo sobre la derecha democrática. Por si cabía alguna duda sobre los objetivos políticos, el líder de la ultraderecha francesa Jean-Marie Le Pen apuntó que el debate sobre la nacionalidad, preámbulo de la discusión sobre inmigración que deberá protagonizar el ministro de Interior Jean-Pierre Chévènement la semana próxima, debe "definir la vías de acceso a un diálogo entre su partido y la derecha democrática".

La peligrosa utilización que el Frente Nacional hace del problema de la inmigración pesa considerablemente sobre los diputados de izquierda y disolverá, sin duda, muchos de los reparos que algunos albergan en esta cuestión. "Francia jamás ha elegido replegarse sobre sí misma para proteger no se sabe qué nacionalidad originaria", afirmó en la Asamblea la ministra de Justicia Elisabeth Guigou. "La nacionalidad es pertenecer a una historia, a un destino y todos sabemos que Francia se ha construido a través de los siglos sobre las innumerables aportaciones extranjeras", subrayó. "Francia es un viejo país de integración, tanto más fuerte cuanto más variados y numerosos fueron sus componentes".

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