Informática y cultura en la escuela
En el debate sobre el necesario cambio educativo en la enseñanza secundaria (¿y por qué no en la primaria? ¿y por qué no en la universitaria? O mejor, ¿por qué no en la enseñanza, o sea, en el sistema educativo globalmente?) se echa en falta la opinión del mundo de las ciencias. Es una pena, porque da la impresión de que el debate no va con las materias científicas y tecnológicas. Se acentúa así la separación tradicional que en España se ha mantenido entre ciencias y humanidades. Nada más errado y nocivo.Sólo se discuten las humanidades, entendiendo por humanides el latín, la historia...; es decir, parcelando los saberes humanistas. Y en cada parcela se crea un debate, a veces poco técnico y siempre muy pasional. ¿Pero es que nadie ve la necesidad de contemplar todas esas parcelas conjuntamente? Nadie plantea la necesidad de una visión integrada de esas parcelas con la ciencia y la tecnología.
Llamemos la atención sobre esa falta de perspectiva y los graves perjuicios que puede acarrear. Analicemos por el momento dos declaraciones bien conocidas, junto a un hecho llamativo. El hecho tuvo lugar con el comienzo del curso académico. El hecho quedó inmortalizado en la foto correspondiente. La ministra de Educación y Cultura, Esperanza Aguirre, en una escuela llena de computadoras. Las dos declaraciones, bien publicitadas, se expresan a continuación. Por una parte se dice que hay que aumentar el contenido en humanidades de las enseñanzas. Por otra, que hay que llenar las aulas de computadoras. ¿Son contradictorios ambos propósitos? ¿Se sabe con precisión lo que se dice? ¿Se piensa en lo que implican?
Es difícil encajar los propósitos de ambas declaraciones en la tradición humanística española, cuyos efectos en nuestra educación han sido devastadores. En las familias españolas que contaban, las vocaciones de los niños que no iban para curas o militares se dividían, salvo contadas excepciones, en dos grandes grupos: ciencias y letras. A este niño no se le dan bien la matemáticas, pero ¡eso sí! es muy listo. Para letras. A las niñas, ni eso. Directamente a letras, o a Farmacia.
Ese cuadro ha cambiado, pero no tanto como puede parecer. Como ejemplo de este panorama viene como anillo al dedo el episodio del sorteo de reclutas para decidir el cupo excedente de servicio militar, que se inscribe en la España del Esperpento. Y aún quedan muchos restos arqueológicos en nuestra vida cultural. Así, de la palabra letras se puede leer en el diccionario de la Real Academia Española la siguiente acepción: "Conjunto de ciencias humanísticas (sic) por oposición a ciencias exactas, físicas y naturales". Esta definición cuadra bien con nuestras inveteradas instituciones: Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de Historia, de Ciencias Morales y Políticas, etcétera. Pero ¿qué es lo que queremos? ¿Organizar saberes de acuerdo a nuestras instituciones culturales? Y ni siquiera eso, porque se ve que las luchas no son culturales, sino políticas. La cuestión es organizar el saber, que es uno, para enseñarlo con provecho. Por encima de parcelas de poder y de intereses encontrados.
¿Qué son las humanidades hoy? ¿Qué son las humanidades hoy separadas de la ciencia y la tecnología? ¿Puede hoy una persona entender el mundo sin una mínima cultura científica y tecnológica? Hay que integrar la cultura científica en la cultura global del individuo. Cultivemos integralmente al individuo. Dejemos de hablar de humanidades y ciencias como entidades separadas, porque no lo son. Entonces quizá empiece a tomar sentido el llenar las aulas de computadoras.
La cultura informática es parte de la cultura científica, que a su vez es parte de esa cultura integral que deseamos para todos, en particular para nuestros niños y jóvenes.
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