_
_
_
_

Los inmigrantes expulsados de Boetticher vagan por Villaverde en busca de techo

Vagan sin rumbo. Los inmigrantes y prostitutas que ocupaban la nave abandonada de Boetticher y Navarro en Villaverde caminan desorientados por el distrito en busca de un nuevo refugio. Así se encuentran desde que el pasado viernes un incendio arrasó su morada. Algunos inmigrantes no fueron demasiado lejos. Quisieron dormir en otro edificio destartalado de la antigua fábrica de Boetticher. No pudieron quedarse porque unas familias gitanas habían llegado antes. Respetaron la ley del okupa.

Las llamas del jueves por la noche devastaron el interior del asentamiento ilegal, ubicado junto a la antigua carretera de Andalucía, y al que policías y asociaciones humanitarias no dudaban en calificar como el más sórdido de la ciudad.La nave, sin agua y sin luz, quedó tiznada por el humo. El fuego transformó el refugio en cenizas. Sólo quedaron en pie las paredes y la techumbre de ese oscuro lugar que había sido bautizado con el nombre de Avenida del Golo-Golo.

No hubo heridos entre los ocupantes del degradado edificio, y el Ayuntamiento, a través del Servicio de Emergencias Sociales, les. ofreció alojamiento en el albergue de San Isidro. Seis de los inmigrantes aceptaron la propuesta municipal.

La mayoría decidió regresar al lugar que tomaron hace un año. Fue entonces cuando el Ayuntamiento y la Delegación del Gobierno decidieron cerrar la nave por su "insalubridad y condiciones higiénicas".

Una cuadrilla de 30 obreros de la empresa Coarsa trabaja desde el pasado viernes en el destartalado edificio para sellarlo por completo. Mientras las excavadoras extraían la basura y las cenizas, los operarios colocaban ladrillos en las ventanas y en las puertas. "No vamos a parar ni el sábado ni el domingo. Estaremos hasta las diez de la noche. Hay que cerrar por completo la nave", señaló ayer el encargado de la obra.

Los albañiles trabajan con una mascarilla en la cara. Un olor repugnante hace más incómodo su trabajo. "Aquí, de todo, chico; hasta animales muertos. El problema es que no estoy acostumbrado a llevar esta protección en la boca y la nariz y a veces me la quito", decía uno de los empleados. Coarsa espera acabar las tareas en una semana.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Una patrulla de la Policía Municipal permanece vigilante a la puerta de la nave. Los coches del Cuerpo Nacional de Policía también patrullan la zona.

Según los agentes, sólo algunos inmigrantes han vuelto durante el viernes por la tarde y el sábado por la mañana. "Se asoman, nos miran y a continuación se van", señaló uno de los policías. Varios de ellos intentaron colarse en una nave próxima habitada por gitanos. Desistieron al ver que estaba ocupada.

Los inmigrantes no quieren vagabundear más. A la lucha por la supervivencia se añade ahora la búsqueda de un techo donde cerrar los ojos. Según un okupa, en el barrio de Villaverde hay muchas naves abandonadas y pronto encontrarán un lugar desierto donde quedarse.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_