A pesar de Francia
AUNQUE LAS comparaciones sean odiosas, lo cierto es que la huelga de camioneros que durante seis días ha obstaculizado el tráfico por carretera en Francia ha sido menos costosa para los transportistas europeos que la que el año pasado bloqueó los accesos al país vecino. El sobrecoste de la huelga para el sector español del transporte exterior se ha calculado esta vez en menos de 5.000 millones de pesetas, frente a los 26.000 millones perdidos en las movilizaciones de 1996. Los efectos más importantes para las mercancías transportadas desde España parecen haber sido simplemente el retraso en las entregas y la fuerte irritación en los conductores por las largas esperas en algunos puntos, que para muy pocos han sido superiores a doce horas.Las concentraciones de camiones comenzaron a disolverse lentamente ayer, después de que el principal sindicato francés del transporte (CFDT) y otras organizaciones sindicales de menor relieve en el sector francés firmaran un protocolo de acuerdo con las patronales, que incluye aumentos salariales de hasta el 6% para los conductores de largo recorrido y de entre el 3% y el 5% para trayectos menores. A expensas de la resistencia que puedan mantener sindicatos minoritarios, la huelga puede darse por concluida.
Pero la menor agresividad de las movilizaciones y las facilidades relativas con que los camiones extranjeros han podido circular por Francia no son razones suficientes para eximir a las autoridades francesas de la sospecha de negligencia y falta de compromiso con sus socios europeos. El Gobierno francés estaba obligado a garantizar el libre tránsito de las mercancías europeas por sus carreteras, tal como establecen las normas de la Unión Europea, a la que pertenece. En lugar de cumplirlas, el Ejecutivo francés se ha limitado "a dirigir el tráfico", según la expresión de la ministra española de Agricultura.
El funcionamiento real de la UE se mide también en conflictos como el de los camioneros. Solamente la presión internacional ha permitido aliviar los bloqueos y reducir las esperas de los camiones. Si la actitud del Ejecutivo francés frente a los huelguistas fuese una prueba concluyente de cómo se manejarán en los territorios europeos los conflictos que afecten a los países miembros, la experiencia francesa no puede ser más preocupante.
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