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Las misas de Henar

Una militante del Bloque Nacionalista Galego suple la falta de párroco en un pueblo de Lugo

Tiene una agenda diaria tanto o más completa que una ejecutiva y que desmiente eso de la idílica vida en el campo. Trabaja en el sindicato, en el partido (el Bloque Nacionalista Galego), promovió y preside una agrupación de explotaciones lácteas, tiene responsabilidades en una asociación cultural, Albarriza, en, el Movimiento Rural Cristiano y en el consejo del colegio de sus hijos. Uno de cada dos domingos oficia lo que ella llama "celebración de la palabra" y los vecinos continúan llamando misa. Además, Henar Román, de 37 años, atiende la casa, lo que en el medio rural gallego significa no sólo la familia y la vivienda, sino una unidad de producción económica, y en su caso, 26 vacas -12 de leche y 14 de carne- sin contar la bichería menor.

"No paro", comenta, para arrepentirse enseguida: "Yo quejándome y tanta gente sin empleo...". El marido de Henar, Jorge, fue hoy a Lugo para llevar un disquete con unos datos a un centro oficial para que les homologuen el equipo de ordeño. Yumara, la hija de 14 años, suele ser la encargada de atender el teléfono. La abuela, de 62 años, está ordeñando para que la hija pueda contar su vida al periodista.

A Henar, su madre le puso ese nombre de Virgen segoviana porque le gustó al verlo en una caja de galletas. Salió de 0 Cordal, comarca de Terra Chá (Lugo), para estudiar, pero al acabar Magisterio en A Coruña, a los 20 años, volvió "para preparar oposiciones. Me acabé quedando para atender a los padres y después porque me casé". También se concienció aquí.

Entró en el Sindicato Labrego Galego [SLG, nacionalista] "porque era el que más conocía nuestros problemas. Al principio no estábamos acostumbrados a tratarlos en reuniones colectivas, todo eran reproches. Ahora no parecemos las mismas personas". Ahora, de 103 vecinos de Labrada hay 22 afiliados al SLG. El grupo lácteo pasó en un año de 42 asociados a 91. Vecinos de dos parroquias llegaron a hacer guardia ininterrumpida durante tres meses para evitar que la Xunta vallase 700 hectáreas de un bosque que consideraban comunal.

La iniciación política fue algo posterior. "Entonces sólo había un militante del Bloque en toda la zona. Al principio colaboré con el PSOE, pero no era lo que prometía, o lo que queríamos nosotros". De un censo de 3.400 electores de Abadín, el BNG pasó de 201 votos en las autonómicas del 93 a 411 en las de octubre último. En el Ayuntamiento, el PP tiene 10 concejales y el otro es nacionalista.

"El trato personal es bueno, el político... no tanto", dice. No hay ayuda alguna, la única gestión municipal es asfaltar alguna pista o la entrada a alguna casa.

El tema que Henar prefiere no tocar es "lo de las misas". Y no porque el único hereje gallego, Prisciliano, el que dicen está enterrado en la catedral de Santiago, fuera decapitado por promover el sacerdocio femenino. "Decidimos sacar el asunto a la luz por si servía de ayuda a otros sitios, y la verdad es que han venido o llamado hasta desde Ourense, pero si la gente viene a las celebraciones porque se convierte en un espectáculo, lo perdemos todo". Empezó hace 10 años ante la alternativa de tener sólo una misa al mes. "Éramos un grupo pastoral de 14 personas, de las que ahora sólo vive aquí la mitad. Tuvimos el apoyo del párroco, del obispo [Gea Escolano, el conservador titular de la sede de Mondoñedo], y sobre todo de la gente, porque sin la participación de la comunidad no tendríamos nada". La familia también lo vio y lo ve bien. "Yo tenía cuatro años, así que para mí mamá siempre misó", asegura Yumara, hija de Henar. Las prevenciones del abuelo -"se van a reír de vosotros" y "¿misarás con sotana o sin ella?"- simplemente no se cumplieron.

"Además, no es para tanto", asegura Henar, "en otras parroquias se encarga un hombre, y en la de al lado lo hacen tres chicas. El problema es que los que nos movemos somos siempre los mismos". Más bien, siempre las mismas. "Hoy, en el medio rural, los hombres salen a trabajar fuera y las explotaciones están a nombre de las esposas, lo que las ha obligado a asumirlas realmente. La verdad es que las mujeres en el campo cuidamos de los maridos, de los patrons [ancianos], de los niños, de las vacas, del entorno... de todo en general, menos de nosotras mismas".,

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