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"Escandalizar continuamente a la gente perjudica al prestigio del presentador"

Rosa Rivas

ENVIADA ESPECIALEs el niño terrible de la noche televisiva estadounidense y tiene la habilidad de soltar las bromas más ácidas y las declaraciones más irreverentes con la inocente apariencia de un monaguillo católico de blancura querubínica. Conan O'Brien, nacido en Boston hace 34 años en una familia numerosa de origen irlandés y licenciado en Harvard, ha llevado a la pantalla la mordacidad animada de Los Simpsons y el absurdo de la famosa cantera de comediantes Saturday Night Live, programas en los que trabajó como guonista.

Cuando en 1993 reemplazó en el trono nocturno de la NBC al famoso presentador David Letterman (de cuyos programas con famosos, música, humor y otros. ingredientes han bebido mississippis, marcianos o pelícanos), O'Brien recuerda que las cejas se alzaron: "¿Quién es este desconocido tan descarado?". Pero su fama ha ido creciendo en Estados Unidos, donde se ha revelado como el presentador favorito del presidente Bill Clinton y en Europa tiene ya más de nueve millones de seguidores al mes. En España, su programa puede verse de lunes a viernes, a las 23.00, a continuación del show de Jay Leno, en las emisiones de NBC Europa que ofrece Canal Satélite Digital dentro de su paquete básico. A la versión original de Late night with Conan O'Brien se le añadirán subtítulos el próximo diciembre.

Gesticulante y parlanchín, O'Brien corrobora en persona ese aire de Bart Simpson que le adjudican en su país. En Amsterdam, donde se encuentra con periodistas europeos, tiene ocasión de comprobar en la calle que conecta con la gente, especialmente con los jóvenes, tanto como el famoso dibujo animado, y eso de romper las barreras culturales del humor le satisface. ¿La clave? "Nuestro programa es el más visual de los talk shows de noche", asegura.

Así, O'Brien (que ha superado ya el mote juvenil de Conan el Bárbaro) se transforma en diferentes personajes, convierte su mesa en un coche de carreras, es acompañado por el Ventrilochoir, una coral con muñecos parlantes... El presidente de EE UU no se escapa de aparecer en el segmento The Lips, donde los labios de los personajes dicen cosas que en la vida real no se atreverían. En If they mated hace especulaciones visuales con ordenador sobre posibles hijos de parejas curiosas, como el actor Hugh Grant y la prostituta Divine Brown.

O'Brien, de quien se vislumbran similitudes en los espacios de Javier Sardá y El Gran Wyoming, alega que otro elemento de cercanía con los espectadores europeos es el estilo cáustico de su programa frente a los valores estadounidenses: "No hacemos entrevistas adorando al personaje. Somos muy cínicos y críticos con los esquemas de nuestra sociedad. Además, no nos acabamos de creer el negocio del entretenimiento. Si algo no nos gusta, lo decimos. No nos impresiona el glamour de losfamosos. No puedo alabar a alguien si no lo siento". Sus invitados se ven contagiados de la comedia que Conan O'Brien representa, de las historietas con ritmo de serie animada que se inventa con su equipo todas las semanas. Algunos se resisten y prefieren no acudir al programa. "No culpo a Tom Cruise por no venir a mi show, no me necesita", dice con cara traviesa. David Bowie, Isabella Rosellini, Paul McCartney, Elton John, Rosie Pérez y sus colegas humoristas Rowan Atkinson (Mr. Bean) y John Cleese (de Monty Python) han sido algunos de sus muchos invitados. Además, el presentador apuesta en sus programas por la música alternativa y los nuevos valores.

Su espacio es movido, como él, y la serie de dibujos animados Los Simpsons es su continuo referente: personajes vitriólicos, irónicos con el orden establecido. Un elemento, que O'Brien ha vampirizado de Los Simpsons para su programa televisivo es "la imagen inocente que esconde algo más".

Para Conan O'Brien, afortunadamente las apariencias engañan. "Hay gente que me pregunta que por qué salimos Andy Richter (su colega de barrabasadas) y yo en antena bien trajeados, formalitos, con el decorado tradicional de los talk shows (mesa de madera con el micrófono antiguo y la tacita de café, con fondo urbano de rascacielos ... ) y con una estupenda banda de música (liderada por Max Weinberg, ex batería de Bruce Springsteeen). Doy a propósito una imagen del amable vecino de al lado. Quiero que en la superficie el programa aparezca inofensivo, porque eso me permite ser un chico malo".

Pero las travesuras televisivas tienen un límite: "Obviamente, el sentido común. Jamás hago bromas de contenido homofíbico o racista o sobre minusválidos... No quiero herir los sentimientos de las personas. Una cosa es la ironía y otra el mal gusto". Parte de la base de la libertad que da el horario nocturno, pero no está de acuerdo en el "todo vale por la audiencia". "Hacer cosas chocantes puede funcionar un tiempo, pero no puedes escandalizar continuamente a la gente con historias desagradables y gamberradas. Eso perjudica a la credibilidad y al prestigio del presentador. Por supuesto que un programa de televisión no siempre va a lograr ser fascinante y es muy difícil mantener la frescura, pero para sobrevivir mucho tiempo tienes que mantener un equilibrio en el atrevimiento".

De momento, O'Brien tiene asegurada la supervivencia en la NBC cinco años más. Superará el nuevo milenio, quizá entonces "Michael Jackson aparezca sin piel en la entrega de premios de la MTV". En un panorama con múltiples opciones televisivas y una superespecialización de canales, O'Brien aún cree en la experimentación con las viejas fórmulas de éxito, como el talk show: "El formato sobrevivirá. A la gente básicamente le gusta hablar y escuchar lo que otros cuentan".

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Sobre la firma

Rosa Rivas
Periodista vinculada a EL PAÍS desde 1981. Premio Nacional de Gastronomía 2010. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense. Master en Periodismo Audiovisual por Boston University gracias a una Beca Fulbright. Autora del libro 'Felicidad. Carme Ruscalleda'. Ha colaborado con RTVE, Canal +, CBS Boston y FoolMagazine.

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