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Los gaullistas se defienden de los ataques por el juicio a Papon

La revisión crítica del pasado emprendida por la sociedad francesa -entre otros hechos con el juicio de Maurice Papon- en un alarde de rigor intelectual y honestidad moral impensable en otras latitudes, ha ido tan lejos que los dirigentes gaullistas, hoy en la oposición, han tenido que salir al paso para evitar ser engullidos por la opinión descalificatoria de que la democracia del general Charles De Gaulle no supuso una verdadera ruptura con el régimen colaboracionista.

El propio primer ministro, el socialista Lionel Jospin, ha precisado que no es Francia la que se sienta en el banquillo de los acusados de Burdeos, sino un hombre acusado de crímenes horribles.

Siempre dispuestos a sacar partido de la situación, los herederos ideológicos de Vichy, el Frente Nacional, se ha apresurado a presentar el proceso como resultado de una "campaña judeo-centrista". Jean-Marie Le Pen, su líder natural e indiscutible, dijo ayer que si De Gaulle "tuvo el mérito de colocar a Francia en el campo de los vencedores, el mariscal Pétain, jefe del Gobierno de Vichy, tuvo el mérito de permitir al pueblo francés sobrevivir en la derrota. Francia y los franceses no deben pedir perdón", aseguró.

Mientras, el juicio por crímenes contra la humanidad que se sigue en Burdeos contra el antiguo prefecto de policía de la Gironda en el régimen de Vichy, Maurice Papon, de 87 años, quedó ayer suspendido hasta el lunes después de que el inculpado fuera hospitalizado víctima de una infección pulmonar. Ya durante la vista del miércoles, Papon abandonó visiblemente la actitud imperturbable que le ha caracterizado durante el proceso.

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