El Dinamo atropella al Barça

Tres partidos perdidos esta temporada (Newcastle, Dinamo y Madrid) y dos de ellos en Europa. No hay vuelta de hoja: el Barca, un líder cada día más cuestionado en la Liga, carece de estatura para medirse con garantías en la Liga de Campeones. Los azulgrana salieron ayer tocados de muerte en Kiev. El Dinamo le metió tres goles, hizo dos postes y puso al grupo de Van Gaal al borde del ridículo. Las matemáticas están a punto de negarle al Barça el pasaporte para cuartos, pero quizá lo peor no es eso. Está perdido, confuso y sin rumbo. Ni siquiera los símbolos acompañan: Hesp, el héroe de los últimos partidos, acabó expulsado.Le espera a Van Gaal un camino plagado de espinas. Llegan días difíciles. El calendario va arrojando hojas y el Barça ha sido aún incapaz de rellenar su DNI. Sabía Van Gaal que se la jugaba en Kiev y con sus nuevos cambios en la alineación volvió a demostrar que no tiene un grupo base en quien confíe. Ferrer y Roger, dos hombres que apenas viajan y casi inéditos en la Liga, pasaron ayer de suplentes a titulares. Pareció una apuesta demasiado arriesgada para un partido así. Y Amor, un tipo al que le van como anillo al dedo días como el de ayer, se quedó en el banquillo. Van Gaal reinventó otra vez los dos marcadores de la era Cruyff (Sergi y Ferrer) con Couto en el centro y Roger en el mediocampo. Óscar y Dugarry tenían la misión de tirar del carro. Fue un equipo algo más aseado, quizá con mejor disposición, pero se convirtió en un muñeco en manos del Dinamo. Le atropellaron. Al rival le bastaron cinco minutos para apuñalarle. Y media hora, para romper en dos el pasaporte a cuartos del Barça.Pero el suplicio no había hecho más que empezar. Hesp acabó expulsado en un derribo a Shevchenko, y Busquets, que debutaba esta temporada, le sustituyó. Un minuto después, Kalitvintsev enviaba un balón al poste, y tres más tarde, redondeaba la noche con un tercer gol.
El Barça desapareció: jugando con 10, acabó siendo un muñeco de trapo maltratado por el Dinamo y ya sólo procuró evitar la humillación. Fue cosido a tarjetas y estuvo tan negado que hasta Rivaldo, desaparecido ayer falló lo que no falla un niño. El Barça se ha asomado al precipicio. Van Gaal tiene que encontrar con urgencia una fórmula para evitar que su equipo se despeñe.
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