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Nace la brigada antigás

La policía crea una unidad especial para enfrentarse a riesgos nucleares, químicos y bacteriológicos

En plena hora-punta, cuando la congestión desborda la capacidad del metro de Tokio, millares de viajeros toman el tren que arranca de la estaciónde Takameguro un 20 de marzo de 1995. Un individuo cubierto con mascarilla y apostado en la cabeza del convoy rompe un paquete. Desaparece en el siguiente apeadero, mientras un líquido desprendido del bulto abandonado siembra el pánico entre los pasajeros, sofocados por un fuerte ardor en los ojos y picores en la garganta.La policía acude a toda prisa. Pero, a medida que sus unidades se introducen en el metro, van cayendo una sobre otra. Una secta apocalíptica había introducido un gas letal (sarín) desarrollado por los nazis en la II Guerra Mundial. Murieron 10 personas y 5.400 recibieron asistencia sanitaria.

¿Quién asegura que esa locura no puede repetirse en Tokio, Barcelona o París?

Sin ir tan lejos, 200 vecinos del barrio madrileño de Valdebebas tuvieron que desalojar sus casas a comienzos de este año. La torre de lavado de gases de la empresa química Alter se rompió y dejó escapar 500 litros de ácido clorhídrico y otros 500 de clorhidrato de trimetilamina, formando una nube química de un kilómetro de extensión sobre la carretera N-I, Madrid-Burgos.

El inspector jefe de la Policía Nacional, Ramón Gómez Nieto, saca un pañuelo blanco de su bolsillo, se lo coloca sobre la nariz y dice a los periodistas: "¿Recuerdan esta imagen la llegada de los policías hacia la zona del escape tapándose la cara con sus pañuelos? No queremos que vuelva a repetirse".

La policía española estaba completamente indefensa para enfrentarse a esos incidentes.

Gómez Nieto, jefe de las unidades especiales de subsuelo, los 211 sabuesos que indagan en las alcantarillas la impudicia de las ciudades, asegura, que en más de una ocasión, en lugar de encontrar preparativos terroristas, han descubierto vertidos químicos peligrosos.

Con los sucesos accidentales o provocados, el Cuerpo Nacional de Policía se llenó de argumentos para conseguir dotar a las unidades del subsuelo con más de diez millones en equipos de protección.

Ayer hicieron una demostración de cuál será su uso. Será la dotación del Grupo de Protección Ambiental NBQ (nuclear, bacteriológica y química), una unidad al mando de Carmen Martínez, lista para intervenir en, una situación de riesgo.

La de ayer simulaba el escape tóxico de un camión cisterna en una calle con circulación en los dos sentidos. La unidad ofreció una réplica del mejor thriller hollywoodiense, relatado por Carmen Martínez, química de formación, ante la presencia, del secretario de Estado para la Seguridad, Ricardo Martí Fluxá, y varios responsables policiales y de Protección Civil.

En unos segundos, la unidad llega a toda velocidad, auxilia con máscaras a los viandantes y toma muestras del escape para dar conocimiento de su contenido a las autoridades competentes, al fiscal de Medio Ambiente, bomberos, Protección Civil, sanitarios, empresa responsable.

"Es importante identificar la causa y tomar pruebas con rapidez para actuar convenientemente", reitera el inspector jefe Gómez Nieto. En el Simulacro de escape tóxico, el gas es perfectamente visible y con el viento se desvanece en unos minutos. "Pero no siempre es así", precisa Carmen Martínez. "Muchos gases no son visibles, ni huelen, como sucedió con la nube irritante de Alter".

El primer grupo especial NBQ español ya tiene carta de naturaleza. Van enfundado en trajes amarillos y abandona las cloacas por al aire libre, donde crecen los riesgos. De momento está ubicado en Madrid, dispuesto a acudir donde se le requiera.

Pronto serán dos unidades, integradas por cinco hombres cada una. Según anunció el director general de la Policía, Juan Cotino Ferrer, estarán desplazadas en las dos zonas con más riesgo potencial de escapes químicos del país, Puertollano, en Ciudad Real, y el complejo industrial próximo, a la ciudad de Tarragona.

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