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EL 'DOPING' DE ESTADO

La última batalla contra los métodos de la RDA

Los primeros cuatro entrenadores de la natación femenina, procesados por "daños corporales a menores"

La fiscalía de Berlín ha enviado ante los tribunales, en las dos últimas semanas, a cuatro entrenadores de natación de la desaparecida República Democrática Alemana. Dieter Lindemann, Volker Frischke, Rolf Glaeser y Dieter Krause, todos ellos técnicos del antiguo Dynamo de Berlin, han sido procesados por "lesiones corporales a niños y adolescentes", debido a manipulaciones con dopaje. Es la última batalla contra los métodos institucionalizado en la extinta RDA y, concretamente en la natación, uno de los deportes emblemáticos que llenaron de éxitos de las nadadoras alemanas orientales las grandes competiciones entre finales de los sesenta y finales de los ochenta.A los agentes de la policía judicial de Berlín les pareció asombrosa la historia que les contó el nadador Stefan Zessner, un especialista de libre, de 29 años, que aún ha participado con la nueva Alemania en los recientes Campeonatos de Europa de Sevilla, en agosto. El que entonces era su entrenador, Gerd Essler, le daba unas píldoras azules; pero él, en

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vez de tomarlas, las guardaba para "devolvérselas". La anécdota, que relató la bracista Sylvia Gerasch, sonaba divertida. Según sus declaraciones, también su entrenador Dieter Lindemann, uno de los implicados ahora, le daba píldoras de color rosa que ella tampoco tomaba. Le parece recordar que muchos deportistas tiraban los preparados de hormonas masculinas a la pecera que había en el despacho del técnico. Como consecuencia los peces hembra se teñían de colores espectaculares parecidos al de los machos de la misma especie.

Silencios

Otra especialista de libre, Kerstin Kielgass, ni siquiera quiso contar su historia. A través de su abogado, señaló que no estaba dispuesta a declarar. Los más de 60 agentes destinados a desaguar el pantano de dopaje de la antigua RDA no lo han tenido fácil. A pesar de haber explicado a los deportistas que "no vamos por sus medallas", como dice el jefe de policía Matthias Graichen, la mayoría de las víctimas se refugia en el silencio.Los agentes consideran el mutismo y las declaraciones, en ocasiones muy descabelladas, como mera autoprotección. Así pues, la situación es embrollada: Zessner, Gerasch y Kielgass parecen seguir colaborando con los distribuidores de las sustancias de dopaje. De hecho, incluso formaron equipo con varios de ellos en los recientes Europeos.

La postura de los nadadores ha dificultado el proceso de investigación pero, al final, no ha podido evitar que se aclarase una gran trama fraudulenta. Desde hace seis años, un gran número de agentes de la policía judicial y de la fiscalía indagan en el campo del dopaje. Y sólo ahora han redactado los cuatro primeros procesamientos por el delito de lesiones físicas que amenazan con provocar una avalancha de juicios.

Después de los procesos por prevaricación, violación de la ley y utilización de francotiradores en el muro de Berlín, los procesos por dopaje serán los últimos grandes juicios contra altos funcionarios de la RDA y sus cómplices. Además, las revelaciones de la justicia pondrán en evidencia a las federaciones alemanas que durante años y en un gran pacto de silencio y encubrimiento han eludido aclarar el pasado heredado de la RDA. En total van a ser once procedimientos judiciales, no sólo de entrenadores, sino también de médicos, para completarlos con informes de clubes.

Las acusaciones se basan esencialmente en el informe final de la Oficina Central de Investigación de Delitos Gubernamentales y de la Reunificación con sede en Berlín. En unas 177 páginas, la policía judicial ha revelado los brutales métodos de los médicos que mediante inyecciones y manipulaciones convirtieron a atletas como Kristin Otto, la múltiple ganadora de los Juegos de Seúl 88, en campeones olímpicos y mundiales.

Por miedo a perder futuros medallistas procedentes de la RDA, los directivos de la actual Federación Alemana de Natación han seguido confiando en entrenadores cuya relación con la utilización del dopaje y con la policía política (Stasi) se lleva investigando desde hace mucho tiempo. Volker Frischke es uno de ellos: tres nadadoras declararon que les habían suministrado comprimidos del preparado Oral-Turinabol desde los 13 años de edad.

En realidad, lo que hizo la federación fue establecer una especie de inmunidad sagrada, cuando los entrenadores o los atletas habían logrado el éxito. Por consiguiente, no es de extrañar que la fiscalía investigue también el caso de Franziska van Alinsick, la última gran estrella de la natación alemana. El pasado de dopaje de sus tres ex entrenadores es objeto de esta primera investigación. El primero que ha salido es Dieter Lindemann, de 46 años, que la llevó a la cumbre mundial. Lindemann ejerce actualmente como entrenador del centro de natación de Berlín y hay numerosas acusaciones contra él por parte de varios testigos que le describen como un cínico que dopaba a las jóvenes atletas. El técnico lo niega rotundamente.

La desfachatez con la que los directivos alemanes contrataban a entrenadores del dopaje es únicamente superada por sus colegas austriacos. Nada más caer el Muro, el entrenador berlinés Rolf Glaeser y el médico Bernd Pansold se retiraron a la república alpina. Glaeser tuvo a sus órdenes a grandes estrellas de la época dorada de la RDA, como Barbara Krause, doble medalla de oro y campeona olímpica en Moscú 80, o a Andrea Pollack, campeona de 200 mariposa en Montreal 76, entre otros muchos títulos.

"Para los dientes"

Ambos, Glaeser y Pansold, calcularon en su momento las dosis óptimas para los nadadores. El fiscal Martin Hillebrand, que lleva los casos, no ve ninguna dificultad para probar el delito de lesión física, sobre todo en el caso de estos entrenadores. Algunos nadadores relatan cómo sus colegas se volvieron hombrunas. Otras víctimas cuentan a los agentes cómo la voz se les puso muy "grave y quebrada"; algunas se quejan de vellosidad que no remitió, o lo hizo sólo en parte, después de dejar el deporte. Como agravante se les acusa de haber suministrado las sustancias a niños y adolecentes ocultándoles información y mintiendo a los padres. Según ellos, "eran compuestos vitamínicos". Un testigo afirma que Lindemann dijo a un nadador: "Toma, es bueno para los dientes". A otra nadadora, el entonces médico de la federación Lothar Kipke le explicó la toma de hormonas con la cínica frase: "Chicas, vosotras amáis demasiado poco".El hecho de que algunos entrenadores alegasen que actuaron por órdenes de un superior, fue desmentido por la Oficina Central. Winfried Leopold, delegado del equipo alemán en Sevilla, se negó en una ocasión, en contra de órdenes de sus jefes, a dopar a sus atletas del club SC DHFK Leipzig. Los entrenadores del equipo masculino pueden esperar, a lo sumo, circunstancias atenuantes, ya que el suministro de hormonas masculinas causa daños graves, sobre todo, a las mujeres, hecho tipificado como lesión física. Por ello, la fiscalía baraja la posibilidad de archivar las acusaciones contra los entrenadores del equipo masculino a cambio del pago de una multa.

Desde un punto de vista penal, "estos procesos no tienen relevancia alguna". Pero si se tiene en cuenta el caso desde un punto de vista político, las revelaciones causarán graves daños a la imagen exterior de un país que aspira a convertirse en la vanguardia de la lucha antidopaje. Sin embargo, es necesario aclarar la verdad, ya que el antiguo espíritu está aún presente en más de una piscina. Hace poco, los padres de los niños que acuden al centro de entrenamiento de Berlín declararon públicamente que "se sentían manipulados por las viejas estructuras de poder de la RDA y por sus cómplices".

Cuando Manfred Kanther, ministro del Interior, solicitó después de los Juegos Olímpicos de Atlanta directrices para los centros de entrenamiento alemanes, los preparadores de Berlín tuvieron listo enseguida "un concepto regional" cuyo objetivo de medallas recordaba a los viejos tiempos de forma lamentable. Los responsables de este documento eran los entrenadores Frischke y Lindemann.

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