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Lágrimas de culpa

Un hombre se echa a llorar tras agredir sexualmente a una mujer, que tuvo que consolarle

Será difícil que R. P., de 35 años, olvide la pesadilla con que se topó el 26 de abril de 1996. Un hombre entró en la tienda en la que trabajaba y, a punta de navaja, la obligó a desnudarse. No llegó a consumar la violación, pero sí hizo con ella (estaba sola) todo tipo de fechorías sexuales.Lo sorprendente de este caso es, que, justo cuando el agresor se subía los pantalones, un halo de remordimiento sacudió su conciencia y se puso a llorar como una magdalena. "Es la primera vez que hago algo así; por favor, no me denuncies ... que yo no soy así; por favor, no me denuncies..." sollozaba. "Ponte la ropa", le espetó luego, sin dejar de gemir.Tan dramática se puso la situación (también si tiró al suelo y empezó a puñetazos a una pared) que la víctima, perpleja y temerosa, tuvo. que consolarle. "No te preocupes, tranquilo, que no te, voy a denunciar; pero necesitas un médico, ¿eh?". Luego, sin malos modos, le acompañó hasta la puerta de salida.

Instantes después de salir el agresor entró en la tienda una mujer. La chica, aturdida, le contó lo sucedido, cerró la puerta y avisaron a la policía. La víctima describió a su agresor como un chico "de unos 27 años y 1,70 de estatura, pelo de punta color negro, cara marcada con granos y manos suaves". "Antes de salir", relató la víctima a la policía, "me pidió perdón, le acompañé y se marchó tranquilamente".

Un mes después, la policía detuvo como supuesto autor de la agresión a un estudiante universitario de 26 años y cuyo nombre se corresponde con las iniciales A. L. La chica, le identificó en la comisaría. Los agentes le, inquirieron:-¿Estuvo usted el día 26 de abril, a las cuatro de la tarde, en la tienda....? (Se omite el lugar para preservar la identidad, de la víctima).-No, ese día, y a esa hora, estuve en la universidad, en una clase que impartió el profesor ( ... ), Tengo testigos.-¿Y no es más cierto que sí estuvo usted en esa tienda y que tras amenazar con una navaja a la dependienta, la obligó a desnudarse y a ponerse de rodillas, y que la amenazó con matarla si le desobedecía?-No es cierto.

-¿Y no es más cierto que con las medias de la chica, le ató las manos a la espalda y, una vez desnuda, abusó de ella hasta eyacular fuera de la vagina ?

También respondió con un no. Al verse acorralado admitió que había estado en la tienda -"pero no ese día, sino otro"-. A continuación narró lo siguiente: "Fui a esa tienda porque quería comprar un regalo para mis padres. Recuerdo", dijo, "que la dependienta [la víctima] me preguntó la edad y que también quería saber si yo estaba casado; luego me contó que su marido la había dejado y que se iban, a divorciar". Aparentemente mintió, pues lo cierto es que la chica ni estaba casada ni se iba a divorciar. Al contrario, tenía novio, y sigue con él. Año y medio después de aquella pesadilla, la víctima intenta recuperarse de las secuelas que le dejó A. L., según se recoge en un informe suscrito por Susana Esteban Aranda, psicóloga de los juzgados de Madrid'.

Aranda se entrevistó por separado con el agresor y la víctima. Concluye en su informe que la chica sufre "un trastorno por estrés postraumático". Un trastorno que se manifiesta en "problemas para conciliar el sueño y dificultades en sus relaciones sexuales". Sobre el arrepentido agresor, el informe psicológico revela que también tiene un serio problema: "Padece trastornos sexuales" .

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Otro informe, elaborado por un psicólogo particular pagado por los padres del presunto agresor (que está pendiente del juicio), revela que, desde aquel nefasto día, el estudiante A. L. soporta un gran "sentimiento de culpa".

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