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Entrevista:

"El IRA va a cumplir con la tregua"

Si el optimismo tiene rostro en Irlanda del Norte, éste pertenece al de un venerable profesor de historia irlandesa que, cuando se refiere a su hogar en una pintoresca calle del Bogside, jamás pronuncia "Londonderry", el nombre oficial de la ciudad que aparece en los mapas británicos. Para John Hume, la ciudad en la que vive se llama Derry y ese detalle es sólo uno de los elocuentes ejemplos para asociarlo con la historia de Irlanda y la atribulada campana republicana de los irlandeses. Esta está perfectamente declarada nada más a la entrada de la ciudad donde multicolores murales proclaman a toda luz una bienvenida al "Derry libre". En ninguna señal del camino que lleva a la entrada de Derry figura la palabra Londonderry porque es considerada como una denominación superada e imperialista. Para Hume, Derry ha sido, es y será siempre Derry, la ciudad combativa cuyo más reciente y trágico capítulo registra el inolvidable día de 1972 cuando soldados del Ejército británico mataron a 14 civiles desarmados en el famoso "domingo sangriento".Como arquitecto del proceso de paz en Irlanda del Norte, Hume, a sus 60 años, es visto correctamente como un punto vital de referencia tanto por Dublín como por Londres. Exponiendo la causa irlandesa y sus turbulentos orígenes hace siglos, al profesor Hume, que es miembro del Parlamento de Westminster y respetado eurodiputado, se le escuchan metáforas en el discurso que elabora en su casa del número 6 de West End Park, tras una larga conferencia que acababa de dar sobre la lucha de Irlanda hace 200 años a alumnos de la vecina escuela de Santa Cecilia. Hume comienza con un largo sorbo de café negro y un mordisco de chocolate negro. Irlanda, dice, es como una pierna fracturada. El líder del Partido Laborista y Social Demócrata (SDLP) de Irlanda se agacha para agarrarse la pantorrilla izquierda. Todas las heridas se curan, dice, frotando una herida invisible.

Lo que convierte a Hume en un personaje con audiencia en Londres, Dublín y Europa, y, lo que quizá es más importante, en los círculos del movimiento republicano cuya expresión más violenta y convincente son los miembros del Ejército Republicano Irlandés (IRA) es la ininterrumpida convicción que transmite su argumento. Irlanda, insiste, es una pierna rota, pero con posibilidades de reparación si se aplica oportunamente una escayola. "En una o dos generaciones", declara, hablando ya no de la pierna sino de su país, "se soldarán fisuras, se curarán heridas".

Los méritos de Hume van desde la década de los años setenta, mucho después de que considerara el seminario. Socialista de cepa, predijo y vio el colapso del comunismo con la caída del muro de Berlín. Es difícil y no hay tiempo de preguntarle si siente pena. La BBC tiene a un equipo de televisión en la puerta. En Inglaterra hay ansiedad por saber qué es lo que siente este formidable irlandés frente a tres cuestiones crucialmente simultáneas: la reciente decisión del Gobierno estadounidense de sacar al IRA de la lista de grupos terroristas, la inminente llegada del primer ministro laborista, Tony Blair, a Belfast para estrechar la mano del republicanismo representado por el presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, y la gran incógnita que ambos acontecimientos abren dentro del campo de los protestantes unionistas en todas sus facetas políticas y paramilitares.

Hume tiene fe en que los tres factores son positivos. Diálogo y no balazos, dice. Y Hume no es ajeno a lo último. Se incorpora enérgicamente de su poltrona para esgrimir el índice y recordar a los extranjeros que él ha sido víctima de los extremistas republicanos y unionistas. "Donde está sentado usted cayeron bombas incendiarias", dice. "He visto a cinco encapuchados del IRA tratar de matar a mi familia, aquí". Y eso ocurrió después de que Hume estableciera por primera vez contacto con el IRA, en 1988, en conjunción con Adams.Para Hume, el proceso de paz que se ha abierto en Belfast, con los auspicios de Londres y Dublín, tiene que ver en gran parte con su propia capacidad de convicción. Y tiene razón; en 1993 persuadió al Gobierno conservador de John Major de que aceptara los principios que más tarde produjeron el marco para un diálogo entre Londres y los republicanos. Pero Hume admite hoy que no contó con la absoluta falta de voluntad política de parte de los tories. Por eso le ilusiona el capítulo abierto por los laboristas, cuyo líder, Tony Blair, llega hoy a Belfast. "Creo que el IRA va a cumplir con la tregua" dice. "Les he convencido de que el argumento de la violencia es obsoleto...".

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