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Tribuna:EL DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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Entre Israel y Palestina

Desde los inicios del largo conflicto que enfrenta a israelíes y palestinos, la prensa occidental es leída con lupa sobre todo por lectores que mantienen algún tipo de posición previa respecto de los bandos en liza. EL PAÍS, también. Algunos lectores insisten desde antiguo en ver un sesgo propalestino en algunas de sus informaciones. No faltan tampoco lectores que acusan a El PAÍS de lo contrario: de alinearse del lado de Israel. Un lector -Juan Pundik, de Madrid- cree observar ese sesgo de "parcialidad, por parte del periódico, casi militante, a favor de la causa palestina en detrimento de Israel" en el titular 'Israel y Palestina', incluido en el reportaje La vuelta al mundo en 34 colegios (El País Semanal de 7 de septiembre), en el que se ofrecen cuadros comparativos de la enseñanza en 17 países.El lector califica esa denominación de "engendro inexistente", y considera que "con ese mismo 'tratamiento informativo' podrían haberse creado comparaciones con otras creaciones estatales como podrían haber sido Francia y Córcega, Turquía y Kurdistán, Gran Bretaña y Ulster, Marruecos y la República Saharaui o España y Euskadi". Pero otro lector -Jacques Bieber, de Bruselas- percibe también una posible actitud antiisraelí en la publicación de la fotografía (El PAÍS de 6 de septiembre) de un miembro de Hezbolá mostrando la cabeza de un soldado israelí muerto durante una operación del ejército de su país contra las guerrillas propalestinas del sur de Líbano.

La publicación de esta fotografía provocó la protesta de varios lectores, pero por considerar que, además de desagradable, no aportaba información alguna. ¿Realmente esa foto era informativamente irrelevante? El Defensor del Lector ha pedido al director de EL PAÍS, Jesús Ceberio, que explique a los lectores los motivos de su publicación: "Acertada o no, la publicación no fue al menos una decisión casual. Estábamos en plena polémica sobre los paparazzi a raíz del accidente que costó la vida a Lady Diana en París. Después de un debate bastante intenso, optamos por darla en páginas interiores, y no a un gran formato, para minimizar el carácter morboso que tiene la fotografía, pero sin renunciar a su valor informativo. Ese valor añadido es lo que nos indujo a dar una imagen cuyo exhibicionismo dice más de la brutalidad de la guerra que muchas crónicas. La decisión habría sido la misma si los protagonistas hubieran intercambiado sus papeles, pero, puestos a hacer una lectura en clave política, creo que la foto descalifica ante todo al guerrillero de Hezbolá que exhibe como un trofeo la cabeza de su enemigo israelí, que en este caso es la víctima".

Retomando el tema de la denominación Israel y Palestina, hay que darle la razón al lector. Como no existe ninguna entidad estatal o política que se llame así, el más elemental rigor exigía que los problemas de la enseñanza en esa zona se hubieran tratado diferenciadamente en cuadros independientes para israelíes y palestinos. Pero el Defensor del Lector no cree fundado atribuir a la denominación cuestionada un hálito antiisraelí. Simplemente se consideró -así se señala en la información correspondiente al cuadro comparativo- que la enseñanza era un problema con rasgos comunes, aunque reconociendo que, al no haber conseguido Israel y la Autoridad Nacional Palestina "un acuerdo político definitivo sobre el estatuto de los territorios ocupados en materia de educación, en la práctica funcionan independientemente".

Andrés Ortega, editorialista y analista de El PAÍS en temas internacionales, opina que "en la actualidad, Israel y Palestina no son conceptos equivalentes. El primero es un Estado; el segundo, un territorio, una Autoridad, y, si acaso, un proyecto de Estado". Y sobre el problema de fondo, es decir, la supuesta actitud propalestina de El PAÍS, Ortega subraya: "En 1986, e incluso antes, este periódico defendió el establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel, y siempre ha defendido el derecho de Israel a su existencia dentro de fronteras seguras. Pero también un derecho similar a los palestinos, desposeídos de su tierra. Es más. Podemos considerar que la seguridad de Israel estará mejor servida con la existencia de, y coexistencia con, un Estado palestino. Éste es el objetivo de una parte central del proceso de paz en Oriente Próximo. Lo que sí cabe opinar es que la política del actual primer ministro israelí, no sirve a la causa de la paz, sino todo lo contrario. Y por ello es criticable".

En todo caso, el Defensor del Lector ha creído conveniente aportar un testimonio de primera mano sobre el complicado escenario informativo existente en zonas en conflicto como la de Oriente Próximo. Puede resultar muy ilustrativo para los lectores como elemento de valoración de las informaciones provenientes de esos lugares. Juan Carlos Gumucio, actual corresponsal de EL PAÍS en Londres y con anterioridad en Oriente Próximo, donde ha ejercido durante 15 años diversos cometidos periodísticos, afirma que en esa zona "sobrevive intacto aquel viejo adagio de que en esta vida hay que creer la mitad de lo que te dicen y la tercera parte de lo que ves. Añádanse las montañas de sospechosos intereses internacionales en que la verdad no sea jamás conocida y el resultado es lo que tenemos: un paisaje caótico pintado por periodistas profesionales y dedicados que, tarde o temprano, comienzan a estudiar la razón del escepticisino".

Aplicado este esquema al conflicto concreto entre Israel y Palestina, lo que aparece, subraya Gumucio, es que, por un lado, "muchos israelíes no conciben que pueda haber periodismo decente mientras un corresponsal extranjero exprese dudas en torno a ciertos argumentos (generalmente militares, pero a menudo éticos) del Gobierno del Estado hebreo. Y por el otro, muchos palestinos tienden a ver, no siempre equivocadamente, a todo periodista de ultramar como una detestable extensión de la poderosa maquinaria propagandística judía. Finalmente, no ayuda en lo más mínimo la compartida tendencia a institucionalizar la del lenguaje. Para Israel, por ejemplo, los guerrilleros shiíes que luchan contra los soldados israelíes atrincherados desde 1978 en el sur de Líbano no son hombres amparados por el derecho universalmente consagrado de lucha armada contra la ocupación extranjera. Son "terroristas musulmanes", y muchos periódicos usan la palabra.

Para muchos palestinos y sus hermanos árabes, Israel es sinónimo de crimen. Sencillamente no existe ni en los mapas de las escuelas. Toda referencia a Israel ha sido suplantada por "judío". Eso también aparece en los me dios escritos".

Un error lamentable

En EL PAÍS del domingo 5 de octubre, sección de España, se publicó una información titulada 'Ynestrillas, encarcelado en carabanchel por tentativa de homicidio', acompañada de la fotografía del dirigente ultraderechista de la mano de su hija. La foto, según rezaba el pie de la misma, fue tomada en febrero de 1993, al salir Ynestrillas de la cárcel de Ocaña. Varios lectores han alertado al Defensor del Lector sobre la improcedencia de publicar esa foto. Efectivamente, esa fotografía de la niña ilustrando una información en la que su padre figura como presunto autor de un delito no debió ser publicada. El Libro de estilo advierte sobre el riesgo de ilustrar informaciones de actualidaad con fotografías tomadas en otras cirunstancias: la imagen de los fotografiados puede resultar fácilmente dañada. En este caso, además, el riesgo aumentaba por tratarse de una menor, cuya imagen merece especial protección.La publicación de la fotografía constituyó, pues, un grave error por el que los responsables de las secciones de Fotografía y España piden excusas. Pero este error también es lamentable por lo que pueda tener de síntoma de insensibilidad profesional. Ni la sección de Fotografía debió dar salida de sus archivos a esa foto, ni la sección de España darle paso para su publicación.

Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector o telefonearle al número (91) 337 78 36

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