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Tribuna
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La encuesta de un caballo

Manuel Rivas

En el año Santo de 1999 la vía láctea será una autopista de la información y el Camino de Santiago, tal como anunció la Xunta y confirma el programa del PP, se llenará de "cibernautas peregrinos".Es cierto que hemos avanzado una barbaridad. Gracias a las parabólicas, incluso hemos podido ver en directo el pasado año alguno de los debates entre Clinton y Dole. Y este año, entre Jospin y Juppé. Las aldeas gallegas están en la Aldea Global. Pero hay algo que no podremos ver los gallegos. Una emisión, al parecer, imposible. Sin interés general. Un debate entre los candidatos a la presidencia del propio Gobierno.

Hay un atasco virtual en la autopista del Atlántico. Sólo un debate podría desatascar esta campaña, especie de plebiscito. Un duelo colectivo, entre morboso y sentimental, sobre la foto histórica de un hombre, donde se descarta de antemano la alternativa. Merecería la pena un debate, aunque sólo fuera para hablar de ordenadores en las escuelas. Con la cacharrería informática existente, cuando existe, es imposible peregrinar de Betanzos a Santiago.

Las encuestas dan el plebiscito por ganado. En vez de despejarla, esos datos van a atascar todavía más la campaña. Estamos, queridos cibernautas, donde estábamos. Alfonso Guerra sube al escenario tocando a la manera de Hank Williams, como si tuviera una serpiente de cascabel en la mano. Más atasco. Ni Darío Fo imitando a Fraga movería la campaña.

Ya casi nadie cree en las meigas en Galicia. Otro rasgo de modernidad. ¡Somos normales!, proclaman con entusiasmo intelectuales y comentaristas. Sólo quedamos unos cuantos raros que colocamos ramas de sauco la noche de san Juan en las antenas de televisión para ahuyentar el mal de aire. Si somos normales, pienso, las encuestas son fiables. Antes había que darles la vuelta. Así que me he ido a comentar los resultados con el mencíñeíro (curandero) borrallo da lagoa, experto en casos intratables.

El menciñeiro tiene un día melancólico. Dormita en el hueco de un castaño centenario. No quiere saber nada de encuestas y me remite a su caballo. "Es muy culto", advierte, "habla idiomas y lee los periódicos al revés".

"Lo mío es la política internacional", aclara el caballo, "pero ya que me pide una opinión se la daré. Desde el 3-M, los encuestadores están en stand by. Cogen las horquillas como papel de fumar. Pero creo que el PP va a descender algo más de lo que dicen las encuestas. No hay el entusiasmo de antaño, aunque la opinión mediática está como Fraga, en posición de laissez passer. El punto de partida es un techo muy alto, y una mayoría absoluta por uno o dos diputados sería una victoria agridulce que afectaría casi tanto a Aznar como al propio Fraga. Es sólo la opinión de un caballo, pero puede pasar. Parece obvio que el Bloque Nacionalista Galego va a subir, incluso algo más de lo que dicen las encuestas. Es un movimiento geológico, que atrae sobre todo a los jóvenes. Piense que lo sorprendente no es que en Galicia se manifieste ahora con fuerza un nacionalismo político, sino que no lo haya habido antes. Para mí, la gran incógnita es la coalición progresista. Tradicionalmente, los socialistas son mucho más votados en las generales que en las autonómicas. En teoría, tendría ese campo a ganar por delante y algo más si funcionase el efecto multiplicador. La coalición. Ese es el enigma. Para mí y los encuestadores".

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Pero ¿habrá o no sorpresas?

"Hable con Anguita, ése sí que sabe". Y se marchó con un relincho que sonaba a broma. Un caballo -con humor.

Cuando volví al roble centenario, el menciñeiro había desaparecido. En el hueco del árbol, un viejo ejemplar de 0 mentireiro verdadeiro.

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