¡Viva Jarni!
Un gol sublime del croata empuja al Betis hacia la victoria ante un Mérida muyduro
Si preguntaban por el equipo más duro de la Liga, no busquen más: es el Mérida. Reparte patadas a diestro y siniestro, empujones, agarrones, codazos, llaves de yudo y demás sutilezas. Llena de faltas el campo y de interrupciones el juego y mantiene al rival en el suelo, que es, está demostrado, donde menos peligro crea. Abanderado por Luis Sierra y Pablo Alfaro, y favorecido a veces por la benevolencia del que debe custodiar el reglamento, este equipo es capaz de acabar con el fútbol en noches como las de ayer. Y así habría sido de no mediar en la batalla los grandes futbolistas y los goles majestuosos, que de todo hubo ayer sobre el césped emeritense.- Jugador grande, grande, es Jarni, dueño probablemente de la mejor zurda de toda la Liga. Y majestuoso, literalmente majestuoso, fue su gol, el segundo del Betis, el que acabó con la incertidumbre del resultado y puso las cosas en su sitio: el fútbol para los futbolistas. La inmensidad del tanto no la generó el inteligente centro de Alexis ni la facilidad con la que Jarni se deshizo de Cortés. Lo realmente grande de ese gol soberbio fue la pausa imposible que el croata se inventó en su carrera hacia el área y el prodigioso toque suave y curvado con el que después superó a Navarro Montoya.
Fue de tal envergadura el gol de Jarni que todo lo demás que sucedió en el partido quedó empequeñecido. Por supuesto, las faltas del Mérida, el contagio del Betis y el juego, trabado. Pero también las carreras iniciales de Biagini y los otros goles, pese a que fueron excelentes. El primero, de Alfonso, confirmó el carácter letal de los contraataques made in Luis Aragonés, la generosidad de Jarni (estaba para el remate, pero le regaló el balón al compañero mejor situado) y el poder de definición de Alfonso, que evitó con una vaselina certera la salida del guardameta.
Y magnífico fue el tanto del empate, de Sinval, que además de llenar de incertidumbre la noche, vino a reivindicar que el Mérida, aparte de su nómina de brutos, también dispone de tipos con buen gusto. Sinval es uno de ellos y la media chilena, complicada en todos sus tiempos, con la que construyó su tanto dio fe de ello.
Y estaba la noche hacia el empate, caminando hacia las antípodas del fútbol, cuando llegó Jarni y fabricó su obra de arte. Minutos después, Fernando, de cabeza, acabó para siempre con las dudas y terminó de empujar al Betis hacia lo alto de la tabla (aunque todavía a un mundo de siete puntos respecto al líder, el Barcelona) y al Mérida hacia el pozo, con dos empates en cinco partidos como todo equipaje.
Pese a la interpretación de D'Alessandro (culpó del resultado al arbitraje),- lo que pasó ayer fue que el fútbol finalmente premió a sus defensores y castigó,, como no podía ser de otra manera, a los que atentaron contra él. No debió ser casualidad que Luis Sierra y Pablo Alfaro, los que peor trataron ayer a este deporte, maldijeran su suerte por estrellar sendos remates en el poste. Y tampoco que el héroe de la noche fuera por su gol sublime el jugador que más respeto había mostrado hacia la pelota. ¡Viva Jarni y viva su gol!
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