"Cuando llamé a los pisos me confundieron con un loco"
"Me confundieron con un loco o con un borracho. Empecé a llamar a los pisos para que la gente saliera a la calle. Les dije que había un coche cargado con bombas pero no me creyeron . Entonces se me ocurrió decirles que era un escape de gas y que tenían que bajar a la calle. Entonces sí salieron". José Antonio Sola Rodríguez, un empleado de empresa de mensajería, de 22 años, logró su objetivo: desalojar por su propia iniciativa dos bloques de pisos de la calle Doña María Manuela donde se encontraban cuarenta personas pocos minutos antes de que estallara un coche cargado de explosivos. Pocos conocían en Casería de Montijo a José Antonio. Su casa está en el Albaicín. En el barrio donde ETA preparó el atentado vive su novia y sus suegros. Ayer, hacia las ocho de la mañana, entre dos luces, José Antonio estaba tranquilo, envuelto en una manta, apoyado contra en una pared resguardada de la lluvia por un saliente junto a Conchi, su novia, y otros vecinos desalojados por la policía de sus domicilios. Así había pasado la noche.
"Ha evitado una tragedia", declaró el alcalde de Granada, Gabriel Díaz Berbel. El fin de semana no se borrará de su memoria. El domingo empezó con una fatalidad: un tío suyo murió. José Antonio permaneció toda la tarde y parte de la noche en la sala de velas del cementerio municipal. Hacia las once de la noche decidió ir a buscar a Conchi, su novia, y se encontró con el automóvil de ella con la luna rota y, al lado, el de los terroristas, repleto de munición.
"Cuando vi los lanzagranadas le dije: 'Chiqui, corre, lárgate de aquí, es peligroso'. A continuación llamé a la policía. Saqué de sus casas a unos cuarenta vecinos. Al principio creían que estaba loco o borracho. En la plaza, en la verbena, había mucha gente", recuerda.José Antonio es socorrista de Cruz Roja: "Cuando se es voluntario se es para toda la vida". Siete horas después de la explosión del automóvil, cuando los periodistas aún no habían llegado en tropel, conversaba con un sosiego sorprendente. ¿Fue consciente del riesgo a que se había expuesto? "Claro. Unos minutos de diferencia y seguramente no estaría aquí. Sabía que me la estaba jugando, pero en momentos así no se piensa. Se reacciona y basta". José Antonio añade que desde el asesinato del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco la sensibilidad contra los terroristas ha aumentado.
La relativa tranquilidad de José Antonio se rompió conforme se asentaba el nuevo día. La insistencia de los informadores acabó por destrozarle los nervios. Pero aún le quedaba más: declarar ante la policía y entrevistarse con las autoridades en la subdelegación del Gobierno de Granada.
Todos querían agradecer su valor. A lo largo de la mañana conversó por teléfono con el presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, y con el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja; también saludó personalmente al director general de la Policía, Juan Cotino, y al alcalde de Granada. El presidente de Gobierno, José María Aznar, se unió a las felicitaciones y lo invitó a ir a La Moncloa mañana miércoles.
Entretanto, él repetía: "El ministro me ha dicho que posiblemente he evitado una catástrofe. No me considero un héroe. He hecho lo que tenía que hacer y lo que hubiera hecho cualquiera".
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