Santas mujeres
Las esposas y las madres de los jugadores, parte esencial de la parafernalia del torneo
Saltan, tiemblan, se muerden las uñas, hacen gestos contenidos de victoria o se tragan en silencio la áspera derrota. Las esposas (y las madres) de los jugadores son una parte fundamental de la parafernalia de la Copa Ryder, pero, sobre todo, son quienes mejor conocen sus intestinos. El añejo ritual del torneo convierte a las mujeres de los jugadores en parte integrante de cada uno de los equipos. Van uniformadas con los colores de su continente y siguen los partidos de sus maridos a pie de hoyo. Son el reposo, el consuelo del guerrero, según lo que les toque repartir cada día. Pero en la fiesta final de ayer, nadie les pudo robar el protagonismo. Para eso se han pasado tres días andando kilómetros y aguantando por igual chaparrones y solaneras.Nadie disfrutó tanto con la victoria de Constantino Rocca sobre Tiger Woods como su mujer, Antonella, una italiana cuarentona, morena y temperamental que saltó tanto después del partido que estuvo a punto de terminar rebozada en barro. Saltaba y se abrazaba a todo el que se le acercaba. Sólo Carmen Botín, la esposa de Ballesteros, logró arrancarla del corro de gente que, se había acercado para felicitarla. Por cierto, que si hay alguna mujer que ha sufrido durante estos tres -días, ha sido la mujer del capitán europeo, que, aparte de compartir el insomnio de Severiano durante los días previos a la competición, ha tenido que ejercer de primera dama del equipo europeo de consortes.
Al español Chema Olazábal, el auténtico soltero de oro del equipo europeo, también lo acompañó una mujer fundamental en su vida: su madre, que siguió los partidos del jugador de Hondarribia hecha un manojo de nervios. Cuando Cherna perdió su partido contra Janzen en el hoyo 18, se abalanzó inmediatamente hacia él para abrazarlo, y no se le soltó en todo el tiempo. La entrega de las mujeres de los competidores de la Ryder llega hasta tal punto, que la esposa de Jeff Maggert no dudó ni un instante en interrumpir la rueda de prensa oficial de los americanos para llevarle una hamburguesa a su marido.
La lluvia diluyó cualquier diferencia entre espectadores ilustres y no ilustres. El ex presidente de Estados Unidos George Bush, que iba caminando de un partido a otro para estar junto a todos los jugadores americanos, tuvo que protegerse del agua con una bolsa de basura, como cualquiera de los miles de espectadores de a pie que se movían por Valderrama.
El ex presidente Bush no era más que uno de los muchos vips que acudieron ayer a Valderrama. Desde la infanta doña Elena, hasta los actores Michael y Kirk Douglas, pasando por una inmensa lista de personajes de la nobleza o del deporte, como Miguel Induráin. La emoción igualó a todo el mundo en el campo de Valderrama. El rey Juan Carlos tampoco pudo contenerla y, aunque no acudió a Valderrama, llamó por teléfono a Ballesteros para felicitarlo en cuanto acabó la ceremonia de clausura.
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