Lo que sea, con ira
Observen el careto del señor que ilustra esta narrativa: piensen lo que piensen de sus hechuras, a nadie de ustedes se le ocurriría determinar que, en su calidad de presidente de la Confederación de empresarios Andaluces (CEA), Rafael Álvarez Colunga no reúne la tradicional apostura y el garbo que caracterizan al hombre andaluz, y que, por lo tanto, es una lástima que no deslumbre a propios y extraños con su físico.Sin embargo, y sin cortarse un pelillo, don Rafael se lanzó en Canal Sur Radio a un repaso suicida de los consejeros de la Junta de Andalucía que, al llegar a la titular de Cultura, entró en las inigualables veredas ,del machismo garbancero y, convencido de que Carmen Calvo no da la talla media de hermosura propia de Córdoba, dijo: "Me gustaría tener como consejera de Cultura a una senora cordobesa guapa y de buen estilo [...] para que cuando viene Clinton u otra personalidad a ver la Alhambra de Granada pensara lo guapas que son las cordobesas y las andaluzas". Olé sus criadillas.
La verdad es que entre el prestamista Lopera, que hoy se echa venablos desde su feudo del Betis, La Cosa -que ha modificado la línea de playa para que la casa de Antonio Banderas en Marbella pase a la legalidad- y ahora este fino empresario versallesco, parece que la cantera jurásica sureña ofrece ejemplares especialmente estimulantes para desatar-alimentar nuestra ira. Porque debo decirlo: estoy hasta las narices de darme con la cólera en jarcha sea la parte desde que los más cainitas han decidido que debemos tolerarles sin indignarnos.
No al espíritu de guerra civil, ni a esos sarpullidos de primadonne que muestran los políticos cada vez que los del partido contrario hacen o dicen algo. Pero sí a la ira: fuerte, honda, bronca, honesta y santa ira ante lo que nos avergüenza e indigna.
Copiosa e indignante es la avalancha de misoginia que nos invade, del obispo de Sigüenza, asediando a las monjas de Espinosa, a la jueza que no ve alarma social en el asesinato de una esposa a manos de su marido y lo pone en la calle con fianza; pasando por el intento de Álvarez del Manzano de crear un putiparque temático en la Casa de Campo. Mas ellas, la avalancha y la misoginia, se ven harto compensadas por un par de iniciativas escalofriantes que debemos al imaginativo Gobierno que nos hemos dado. Tenemos, de una parte, la proposición de ley sobre parejas de hecho presentada por el PP y elaborada, al parecer, con la colaboración de David Copperfield a la hora de hacer desaparecer conceptos molestos, como sentimientos y sexo. Es maravilloso que mi asistenta y yo podamos, por fin, legalizar lo nuestro, mientras que mis amigos Pepe y, Juan siguen sin disfrutar de los beneficios de la unión, por mariquitas. Y eso que una piensa, como Elizabeth Taylor -que tiene ocho razones con siete maridos distintos para darse fundamento-, que la utilidad del vínculo es más bien dudosa.
El otro evento que arrebata es la soflama-arenga que se marcó Ana Botella en su comparecencia ante las masas gallegas que peregrinaron a los pies del apóstol Fraga. ¿No resulta estremecedora esa invitación a que las K-Xorras del PP asalten sin freno y sin tasa los puestos de mando? ¿Qué quiere la presidenta? ¿Llenarnos el país de Aguirres y de Tocinos? ¿Es eso, e ir sin mangas a los entierros, su concepto de la devoción cristiana? No sé ustedes, pero defenderé a mis viriles jefes hasta la última gota de sangre, interponiendo incluso mi propio cuerpo entre ellos y las populares que a partir de ahora puedan asaltarles, armadas con argucias, y puede que hasta con pololos. Por cier to, que me encanta lo que un estupendo actor nuestro le contestó a Sissi Esperantriz cuando ella, en el Festival de Cine de San Sebastián que recién terminó, le remarcó que se habían visto cuando asistió a su representación de Shakespeare: "Perdona, bonita, pero me pasa lo que a ti. No me acuerdo de haber interpretado a Shakespeare en mi vida".
Ésta y el nuevo disco de Pablo Milanés, Despertar -sobre todo el tema Háblame de colores, que es precioso-, son algunas de las alegrías que, en el entre medio, nos da la vida.
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