_
_
_
_
Tribuna:VISTO / OÍDO
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La ciudad de las putas

El poder siempre tiende a un orden. Fui a poner "el poder conservador", pero es una redundancia: todo poder es conservador y derechista, dentro de sus propias opciones. Es lógico que los "partidos de orden", como se definen a sí mismos los genuinos, consideren como anárquico lo que no han hecho ellos, y es que no entienden el otro orden, que sólo es visible a quien lo comparte. Todo esto lo digo por las putas: este poder, que tiene una de sus máximas representaciones filosóficas en el alcalde de Madrid, precisamente por su sencillez intelectual, se siente obligado a quitarlas de la Casa de Campo: pero como el tiempo es feminista, como la época es de libertad, no quiere simplemente echar las, como sería su posibilidad, sino encerrarlas: está buscando un gueto, dentro del mismo bosquecillo, donde instalar unos bungalós que alquilaría para la cómo da coyunda a precios módicos y unas cafeterías o bares donde no tuvieran que sufrir el aire, la lluvia y el frío de la noche madrileña. El hecho principal es quitarlas de la vista de los niños, el gran pretexto -para todo- de nuestros días. Quitarse un enemigo de en cima es llamarle paidófilo. Dentro de unos días comparecerán en vista oral los acusados del caso Arny, de Sevilla: una burda farsa de intereses cruzados, una manera de desprestigiar a personas que son como todas las demás, y una vía para buscarles las vueltas a la homosexualidad masculina, que ahora está protegida. Supongo que si queda justicia, después de estos vaivenes, el caso será sobreseído.Tapemos, escondamos, recluyamos a las putas de la Casa de Campo. Habrá que continuar luego por otras y de otras calles. ¡Ojalá no las hubiera! Ojalá pudiera abolirse la prostitución, como pretendió la compañera Montseny, y no lo consiguió; y todas las prostituciones, todo lo que fuera sexo por dinero. Generalmente, mujeres vendidas a hombres en cada una de las manifestaciones en que se puede encontrar ese mercado en una sociedad como la nuestra: con intermediarios que van desde los rufianes hasta el Santo Oficio. No es asunto de este siglo, ni de ese pobre alcalde, que no sabe: ni siquiera del siglo que viene. Habría que hacer una revolución psicológica, cultural y social más grande que todas las conocidas hasta ahora. Y nadie está por la labor. Es un tiempo funesto para las libertades. Peor que el hitleriano: entonces, las libertades estaban enteramente en el lado contrario, y se luchaba por ellas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_