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La guerra por los muertos

Las dos funerarias privadas que actuan en Madrid se acusan mutuamente de zancadillas comerciales

Antonio Jiménez Barca

Las dos funerarias que se ocupan en la ciudad de trasladar los muertos, una privada y otra semimunicipal, compiten de manera feroz. "Como sigamos así, vamos a acabar como en Italia", dice Juan Valdivia, gerente de la Empresa Mixta de Servicios Funerarios, de la que el 51% de las acciones pertenecen al Ayuntamiento. En ese país, se dan casos de empleados disfrazados de cirujano que ofrecen antes que nadie los precios a los familiares del recién fallecido y ya potencial cliente.Por lo pronto, y aunque lejos aún del ejemplo italiano, la empresa de Valdivia denuncia que en el hospital militar Gómez Ulla "todos los servicios se los lleva la competencia", es decir, la empresa privada Virgen de los Remedios, de Colmenar Viejo, que se queja a su vez de "monopolios ilegales" en los hospitales de la Princesa y de la Concepción por parte de Valdivia. Virgen de los Remedios tiene licencia desde el pasado 10 de julio. "Y desde entonces no hacemos ni un traslado del Gómez Ulla", dice Valdivia, "nos echan hasta los soldados".

El pasado miércoles, un empleado de la Empresa Mixta Funeraria, uniformado con corbata y logotipo comercial, cargado con el catálogo correspondiente, se plantó en el mortuorio del hospital. El celador, en cuanto se apercibió del asunto, salió de su despachito y le dijo: "Aquí usted no puede estar".

-Es que mi jefe me ha dicho que venga y no me voy de aquí así como así -contestó el empleado.

-Pues tendré que llamar a seguridad -replicó el celador.

-Llame, yo de aquí no me muevo -dijo el empleado.

Al cuarto de hora, un pelotón compuesto por cuatro soldados de reemplazo con brazalete de Policía Militar y un teniente, se plantaron en el mortuorio y le "invitó" sin violencia al empleado a abandonar el hospital.

El empleado asegura que los de la Virgen de los Remedios no necesitan estar ahí porque desde el hospital les avisan cada vez que hay un muerto".

El gerente de la empresa municipal aporta datos. "Desde el 10 de julio hasta el 15 de septiembre nuestro número de traslados de cadáveres desde este hospital es cero; el de la Virgen de los Remedios, 32. Y esto no es normal", explica. Y entonces se encorajina: "Está muy bien lo de la libre competencia, y que conste que eran ellos, los privados, los que se manifestaron por la liberalización del sector, quienes luego tienen hospitales como su huerto privado".

Una portavoz de Virgen de los Remedios responde que estas cifras "no reflejan la realidad, porque la Empresa Mixta ha hecho otros trabajos en ese hospital". "Además, ellos hacen lo mismo en la Princesa y la Concepción. Estamos pensando ir a denunciar el asunto al Tribunal de la Libre Competencia", añade esta portavoz.

La empresa privada se queja de no poder utilizar los tanatorios de la compañía municipal. "Hombre, no", replica el gerente de la empresa: "Esos dos tanatorios, junto a la M-30 y en Carabanchel, los construimos con nuestro dinero; el Ayuntamiento no puso un duro".

La polémica de los tanatorios es crucial en este negocio. A las familias cada vez les gusta menos velar el cadáver en casa y optan por el "servicio general", de la Empresa Mixta, que incluye traslado al tanatorio, alquiler de la sala, viaje al cementerio y entierro por unas 200.000 pesetas.

Los de la Virgen de los Remedios se refugian, por el momento, en las salas de velatorios de los hospitales que las poseen. "Allí donde hay estas salas, nosotros ganamos, porque somos más baratos", cuentan en la empresa privada; "por eso en el Gómez Ulla nos llaman siempre a nosotros".

La compañía semipública tiene pensado construir un tercer tanatorio en Fuencarral y otros dos cerca de la carretera de Valencia y convertir unas cuantas salas del tanatorio de Carabanchel en un hotel.

Mientras tanto, en los mortuorios de ciertos hospitales, dos empleados con corbata, cada uno de una empresa, se afanan en convencer a las familias de que su oferta comercial es la mejor. "Y hay que ver cómo regatean los familiares de los muertos", explica uno de ellos.

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Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

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