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La oposición derechista Solidaridad aventaja a los ex comunistas gobernantes en Polonia

La coalición derechista Solidaridad aventaja en seis puntos a sus máximos rivales, los ex comunistas polacos, en las elecciones generales de ayer, según las proyecciones de las primeras encuestas hechas a la salida de los colegios electorales media hora antes de que acabara la votación. Las estimaciones difundidas por la televisión polaca otorgan al bloque nacionalcatólico que dirige Marian KrzakIewski un 32%. de los sufragios, frente a un 26% del partido gubernamental.

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El tercer partido más votado, según este pronóstico, sería la centrista Unión por la Libertad, con un 15%, que se convertiría en árbitro de la situación política, tal y como sugerían las encuestas previas a la jornada electoral. La participación se estima en un 55%, de los 28 millones de electores convocados a renovar un Parlamento de 460 diputados y 100 senadores.En el cuartel general de Acción Electoral de Solidaridad (AWS) en Varsovia estas proyecciones, tres puntos por encima del mejor de sus pronósticos, se vivían anoche como un triunfo confirmado. KrzakIewski anunciaba en loor de multitud y en presencia del ex presidente Lech Walesa que "vamos a reparar los errores cometidos en los últimos años", y citaba un consejo de Juan Pablo II a los polacos tras las elecciones de 1993: " No os dividáis, porque perderéis la libertad". Inversamente, todo eran caras largas en la sede de los socialdemócratas gobernantes, la Alianza de la Izquierda Democrática (SLD), pese a que habrían conseguido más votos absolutos que en 1993. El presidente Aleksander Kwasniewski, procedente de las filas ex comunistas, no podía ocultar su decepción al comentar los primeros pronósticos. Otros dos partidos, según los resultados de la encuesta a pie de urna, franquearían el 5% necesario para entrar al Parlamento: el de los Campesinos, aliado desde 1993 del SLD, y el Movimiento por la Reconstrucción de Polonia, derecha radical y socio seguro de Solidaridad.Reconstrucción

"Aquí la gente está más preocupada por la reconstrucción que por la política; si ha visto las casas vecinas al río entenderá por qué". El presidente de uno de los colegios electorales de Opole justifica así que a mediodía no haya votado en su dominio más que el 20% del censo. La ciudad, antigua capital de la provincia alemana de la Alta Silesia, se tiende a orillas del Oder. El río, ahora manso y negruzco, sembró el caos hace dos meses.Para Janina Radziewicz, viuda desde hace unos meses, la inundación que se llevó por delante la planta baja de su espaciosa casa ha supuesto el fin de su idilio con el Gobierno de centroizquierda. "No han hecho nada, se han limitado a prometer muchas cosas, que no han cumplido", señala mientras recorre lo que fueron cinco habitaciones, reducidas ahora a un húmedo esqueleto de paredes y techos. Como otros centenares de miles de polacos, muchas de sus pertenencias fueron sumergidas por los efectos de una de las las peores lluvias conocidas en centroeuropa en el siglo que acaba. Sólo en Polonia, el país más afectado junto con la República Checa y Alemania, los daños se calculan próximos a los 300.000 millones de pesetas.

"Desde luego que no voy a votar por el partido gubernamental", afirma la señora Radziewick con un toque de indignación y fuerte acento alemán. Como muchos de los habitantes de Silesia, cuya mayor parte pasó a Pormar parte de la Alemania de Bismarck en 1871, es bilingüe. Yalta entregó finalmente Silesia a Polonia en compensación por los territorios orientales anexionados por la URSS y nunca devueltos. Cuando a la región se le dio la oportunidad de elegir, en 1945, la mayoría de sus pobladores prefirieron la nacionalidad polaca a la alemana.

Janina, que se dispone a votar en compañía de una de sus hijas, dice que va a pagar cerca de dos millones de pesetas por la reparación de su casa. "He recibido en total 4.200 zlotys de ayuda [unas 200.000 pesetas]; tres mil del Gobierno, que dan para instalar un par de estas ventanas; mil de la cadena de televisión Polsat [la única privada de alcance nacional] y 200 de Cáritas. El resto, "una fortuna para un a viuda sin trabajo", saldrá de un préstamo a diez años concedido al interés simbólico del 2%.

La primera planta de las casas contiguas -la calle es perpendicular al río, de un centenar de metros de anchura- está sistemáticamente abandonada. En muchas faltan ventanas, en otras la fachada está mordida por el agua, en todas, las habitaciones que se ven desde el exterior son un cascarón vacío. Algunas lámparas de techo son el único signo de vida pasada. En las calles de Opole próximas al río Oder, que inundó miles de kilómetros cuadrados a lo largo de su cauce, todavía se amontonan restos de enseres, farolas tronchadas o armazones de quioscos arrasados por la corriente. Calles cortadas o con socavones insalvables, aceras levantadas, testimonian dos meses después la furia de las aguas.

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