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Tribuna:VISTO / OÍDO
Tribuna
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Paja y trigo

El contenido de las televisiones no se controla, señor Arias Salgado. Los Gobiernos decentes no lo hacen. Su padre fundó TVE y su control, porque él mismo era la televisión. Una unidad. Precedida de ceros: quienes le ayudaron. Seguida de ceros: los que robaron. Cuentan que Arias murió de pena, cuando salió de su cargo, al enterarse de lo que habían robado sus protegidos. Me dijo, defendiendo su censura, que había hecho descender las masturbaciones, como si eso lo justificara todo. Hacía ya muchos años que se sabía que masturbación era un beneficio y no un daño. Pero no defendía lo físico, sino lo moral. ¡Qué moral! Es genético que el actual ministro de Fomento quiera crear un control de contenidos en la Comisión Nacional del Mercado de Telecomunicaciones. Como dice la senadora Victoria Camps, es "ilógico"; pero ella propone un Consejo Superior de los Medios Televisivos formado por profesionales (la comisión de Arias se hace con gentes nombradas por el Gobierno). También es ilógico lo que propone Camps, y la comisión de contenidos que ella presidió en el Senado. Lo único lógico es que la televisión no tenga trabas: que las emisoras transmitan lo que quieran, dentro de un orden jurídico que debería presidir la vida social española. Me da pudor decir que debe depender de los jueces, como si yo creyese que todos representan estrictamente unos valores sociales, pero no se ve otra manera democrática. Se empieza censurando la televisión y se termina por los poemas. Pasando por los periódicos. Hasta hacer una cadena como la Prensa del Movimiento; por eso se hace la nueva disfrazándola de privada. O cargando todo el peso del Estado contra la que aún es libre.Ni Senado, ni Congreso, ni Gobierno. Ni asociaciones de espectadores. Los espectadores son los únicos que tienen en sus manos la censura legal: cambiar de canal cuando no les gusta. Ahora los satélites ofrecen docenas y docenas: no se depende de la televisión única franquista. La pluralidad hubo que comenzar arrancándosela a Felipe González, que tampoco quería privadas, como si fuese socialista: y es que era gobernante. Los que mantienen la idea de que se ofende a sus ideas y creencias o a su moral sexual no se defienden a sí mismos, sino que pretenden prohibir a los demás su libertad. Y los que hablan con horror de lo que puedan ver sus hijos, subestiman la capacidad de sus hijos. Para no ver y para ver lo que deseen. Y para distinguir la paja del trigo.

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