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Desaparecido en Siberia un asesino a sueldo de un político local

"Si alguien ve este vídeo es que estoy muerto". Nikolái Shmákov grabó supuestamente estas palabras en agosto de 1995 y al mes siguiente desapareció. Lo más probable es que su cuerpo esté dentro de un bloque de cemento o con dos metros de tierra encima. Su confesión apareció y en la primera página del diario Izvestia, pero lo que realmente importa es que acusa directamente de haber recibido cuatro encargos de contratos de muerte de Guennadi Koniajin, un delincuente convicto que llegó a convertirse en dueño y alcalde de una ciudad siberiana de 150.000 habitantes: LéninskKuznetski.Shmákov asegura en la película casera: "Yo era un killer de Koniajin. Él piensa que matándome esconderá todas las pruebas, pero me voy a encargar de que no sea así". El hombre que llevó la cinta a la redacción del diario moscovita se ofreció a prestar toda la ayuda posible para efectuar sobre el terreno una investigación a fondo, llevada a cabo por el reportero ígor Korolkov y que reúne las características de un auténtico thriller.

Lo menos que pude decirse de Koniajin es que es un magnífico trapecista, ya que ejecutó un espectacular salto mortal: de la cárcel a la alcaldía. Su historia es una de tantas en esta Rusia poscomunista en la que las grandes fortunas se forjan de la noche a la mañana apoyadas en la suerte, la audacia, la falta de escrúpulos y las buenas amistades, sea con dirigentes políticos, sea con el crimen organizado.

De la cárcel a la política

Según la investigación periodística, Koniajin, conocido en el mundo criminal con el alias de Guesha, fue condenado en tres ocasiones: por robar unos zapatos y unos vaqueros a un soldado (en 1980), por sustraer un coche (1985) y por estafa (1992). Sólo esta última vez recaló en la cárcel: año y medio.

Al salir se dedicó a los negocios y empezó a amasar una espectacular fortuna con la venta de alcohol y con una cadena de 15 tiendas, siete gasolineras, un mercado y un almacén de tres pisos. Según el reportaje de Izvestia, Koniajin se alió con el alcalde de la ciudad, lo que le permitió comprar el almacén por 60 veces menos de su valor.

Le faltaba el gran salto. En 1996, Koniajin se presentó como candidato a diputado provincial. Fracasó. Pero un año después, la pasada primavera, ganó las elecciones y se convirtió en alcalde. De ser cierta la confesión del killer Shmakov, esta carrera se forjó con varios asesinatos, como los de "el chófer de un Nissan, el judío y un terrateniente" (sic).

Koniajin ganó las elecciones gracias a la dispersión del voto, a su mensaje populista de hombre "capaz de arreglar las cosas", a las rebajas de precios que hizo en sus tiendas, a sus promesas de acabar con la corrupción y, sobre todo, al hecho de que nada prohíbe en Rusia a un ex convicto llegar, no ya a alcalde, sino incluso a presidente.

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