El Madrid también funciona en Europa
El equipo de Heynckes pudo conseguir una goleada aún mayor ante un modesto Rosenborg
El Madrid funciona. También en Europa. Al menos, eso pareció frente al Rosenborg, un equipo menor que jugó con diez. Le sobró el portero, que estuvo del lado madridista durante todo el encuentro. En el orden futbolístico, el que sirve para medir los méritos, el Madrid volvió a reivindicar su estilo actual. Tuvo criterio con la pelota, velocidad en las llegadas, afluencia masiva de gente al área y a Raúl, que volvió a sacar nota. Para el Madrid, que tantas penurias ha pasado en Europa en los últimos tiempos, fue un partido que le conviene para el futuro. Comienza la Copa de Europa con un resultado estupendo y se quita tensiones para los próximos compromisos.Jaratfall, un portero de medio pelo, salvó al Madrid de un partido que se puso difícil durante un rato, durante el tiempo que obliga a pensar que la Copa de Europa es una competición singular. Sin otra cosa que una disciplina espartana, un respeto militar por el dibujo táctico (44-2) y una cierta habilidad para tirar el contragolpe, el Rosenborg comprometió al Madrid durante un buen trecho del primer tiempo. Se llegó a pensar en un partido árido para el Madrid, tan poco fiable en Europa durante los últimos años. El empate de Jalcobson despertó un temor indisimulado en la hinchada, que entró en una fase pesimista. Durante 20 minutos, el Rosenborg no fue la excepción. Empató el encuentro en su primer contra golpe y luego se preparó para explotar la angustia del Madrid. El Rosenborg tenía un plan, pero el portero lo tumbó con una actuación penosa.
El Madrid pasó por diferentes capítulos, como si tuviera problemas para encontrar un hilo conductor al partido. Hubo varios pasajes espléndidos y unos pocos momentos desafinados, donde el equipo funcionaba con la autoridad que se le supone, y otros donde prevalecía el barullo, con gente que se metía en aventuras innecesarias -Roberto Carlos, especialmente- y con otros que estaban fuera de onda: Suker.
En el arranque del encuentro, el Madrid abusó del Rosenborg, que aguantó en pie de mala manera. El Madrid entró a jugar con decisión y fundamento. La mayor parte de las cosas ocurrieron alrededor de Raúl, que tuvo una actuación destacadísima. Aunque es un media punta por circunstancias -su hábitat natural es la delantera-, su incesante actividad y su ingenio le permiten dominar los partidos en cualquier terreno. Raúl tuvo en varias fases el don de la ubicuidad, producto de su admirable esfuerzo y de su interés en proclamarse como el rey del equipo. Frente al Rosenborg, Raúl se distinguió en todos los frentes y dejó los mejores detalles.
Raúl y Mijatovic lanzaron al Madrid en el despegue, que se concretó en un asedio al área del Rosenborg y en el gol de Panucci, que encontró la colaboración del portero, predispuesto al error en todas sus intervenciones. Sólo se salvó en un mano a mano con Suker en el primer tiempo. Con el gol, el Madrid mantuvo su juego intenso, una facilidad indiscutible en la recuperación del balón y también una cierta anarquía para alcanzar los objetivos. A Roberto Carlos, que le aplauden todo, se le debería censurar su condición demagógica. Aunque también es cierto que es un futbolista con unas condiciones excepcionales en el plano físico y también en el juego. Si contribuyó decisivamente en la confusión que se produjo tras el empate, también fue notable su aportación en acciones decisivas para la victoria: el tercer gol -con la firme alianza del portero- y un cruce explosivo que evitó el segundo gol del Rosenborg.
Con los goles, el Madrid se tranquilizó y manejó la situación con solvencia. Heynckes admitió el desamparo que sufría Sanchis en ciertas ocasiones y borró a Suker y Mijatovic para meter a Redondo en el medio y a Raúl en la delantera, donde siguió provocando incendios. El cambio de Sulcer se veía venir porque el hombre está espeso. No se va de ningún defensa desde hace varios meses y vive pendiente de enchufar sus remates. En eso es un jugador indiscutible. Pero si no tiene el día con el gol, se le ve demasiado el cartón.
Mientras la gente la tomaba con Suker, disfrutaba de un buen segundo tiempo. El partido discurrió sin ningún problema para el Madrid, que se dio al lujo en sus llegadas al área. Debieron llegar goles a mansalva, pero sólo se concretó uno más, el de Morientes. El público lo celebró, como lo había hecho en cinco o seis jugadas anteriores, entre paredes, amagos y regates. A la gente le gusta eso y al equipo también. Por ahora, hay sintonía en Chamartín.
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