Madrid, ni mar ni piscina municipal
El 9 de septiembre, día festivo en Madrid, amaneció con un sol radiante, cielo despejado de nubes y con una temperatura que invitaba al chapuzón. Con tal intención me dirigí a la piscina municipal del Lago, situada en la Casa de Campo. Una vez abonada la tarifa social en taquilla, me sorprendió en parte la gran cantidad de personas que tuvieron la misma saludable idea de pasar el día o la mañana disfrutando del agua y el aire libre.Lo que sí me sorprendió verdaderamente, y esta vez con desagrado, fue el comprobar que una gran parte de las instalaciones, concretamente la piscina olímpica de 50 metros, así como todo su entorno de arbolado, fuentes, mesas, graderíos, etcétera, estaban cerradas, prohibiendo su paso a los bañistas hacinados en una sola pileta de 33 metros.
Resignado, quise estirar , mi toalla en el pavimento: vano intento, era imposible, hasta tal punto llegaba la saturación que se esperaba una vacante o al cambio de la posición del sol para aprovechar y poder tumbarse y recibir sus rayos.
Definitivamente renuncié a tal privilegio y me acomodé en unos escalones desde donde se divisaba, como contraste a tanto apiñamiento, la gran piscina olímpica, llena de un agua cristalina, prohibida y por tanto totalmente vacía, si exceptuamos a tres empleados que disfrutaban charlando en una mesa situada al lado de una fuente. No pude menos que sentir que, efectivamente, nuestro Ayuntamiento de Madrid se desvive por que los madrileños disfrutemos de nuestras instalaciones deportivas.
De Madrid al Cielo y Manzano para verlo.-
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