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El nacionalismo escocés ve la autonomía como un paso para la independencia

Los escoceses comenzaron ayer a trazar estrategias para dar la máxima solidez a su incipiente autonomía tras la rotunda victoria de los nacionalistas y sus aliados laboristas y liberales en el referéndum del jueves. El líder del Partido Nacionalista Escocés (SNP), Alex Salmond, saludó el resultado de la consulta como el primer paso hacia "la independencia escocesa" exactamente 700 años después de la victoria de William Braveheart Wallace sobre las fuerzas invasoras inglesas en el puente de Stirling.

Resumiendo el enorme sentimiento de júbilo popular entre los cinco millones de escoceses, el primer ministro laborista británico Tony Blair, arquitecto del ambicioso plan de descentralización administrativa en Escocia y Gales, declaró en una visita relámpago a Edimburgo: "Hoy es un gran día para los escoceses y todos los británicos. Los escoceses tienen su destino en las manos".Visiblemente satisfecho por el resultado de la consulta, que da un espaldarazo a la revolucionaria política laborista que le llevó al poder en las elecciones de mayo, agregó: "Una nueva Constitución moderna es parte esencial de la nueva política y de la nueva Gran Bretaña que todos deseamos construir".

El resultado del referéndum, que aprueba la creación de un Parlamento de 129 miembros con poderes para aumentar los impuestos, entrega a los escoceses el control de la mayor parte de sus tareas administrativas. Esa innovación constituye el más importante cambio en el Reino Unido desde la independencia de la República Irlandesa en 1922.

Finalizado el recuento de votos, no queda duda de que el proyecto reformador cuenta con sólido apoyo popular: 74,2% a favor de la creación del Parlamento escocés, que deberá iniciar actividades el 1 de enero del año 2000, y 63,4% de los votos a favor de otorgar plenos poderes impositivos a la nueva Cámara autónoma, que tendrá su sede en Edimburgo. Contrariamente a muchos pronósticos, la afluencia del electorado a las urnas fue considerable.

El triunfo de la fórmula "sí-sí" (parlamento y potestad impositiva) asestó un nuevo golpe al alicaído Partido Conservador, que basó su plataforma del doble no en atizar temores de que el referéndum escocés -así como la consulta de la próxima semana para la creación de una asamblea en Gales-, no hace sino fomentar la desintegración del Reino Unido. Hablando en nombre de los tories de Escocia, el vicepresidente del Partido Conservador, Jackson Carlaw, aceptó la derrota,. pero no sin antes formular una advertencia: "No vamos a per mitir que el nuevo Parlamento sea secuestrado por los independentistas", dijo.

Garantías para Londres

El Parlamento será elegido en 1999, y su primera tarea será asegurar a Londres que Escocia seguirá siendo parte del Reino Unido y no alterará su lealtad a la corona británica, aunque algunos analistas políticos creen que su funcionamiento puede avivar la causa independentista a largo plazo. La Cámara tendrá facultades administrativas cincunscritas a las áreas de economía, asuntos sociales, salud pública, legislación laboral, deportes y artes.

El referéndum escocés tuvo efecto inmediato en Gales, cuyo electorado deberá pronunciarse el próximo jueves para aprobar la instalación de una asamblea en Cardiff con poderes comparativamente más reducidos. Gales, con más fuertes vínculos con el Reino Unido que Escocia, puede coronar los esfuerzos de Blair,aunque en medios políticos no se descarta la posibilidad de una desilusión, en vista del elevado grado de escepticismo registrado por las encuestas.

La escala de los cambios políticos a largo plazo asusta a muchos ingleses, particularmente a los conservadores, que pronostican un periodo de inestabilidad a causa de la autonomía en las dos regiones. Se anota, por ejemplo, la posibilidad de objeciones al papel de los 72 miembros escoceses del Parlamento británico, que conservarán su derecho a voto en asuntos que atañen a los ingleses.

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