Caso Liaño (2)
EL JUEZ Baltasar Garzón ha decidido abstenerse en la recusación de Javier Gómez de Liaño planteada por Juan Luis Cebrián, consejero delegado de Sogecable y el Grupo PRISA. Su argumento es que él mismo tuvo un conocimiento extraprocesal de los hechos denunciados, lo que podría contaminar su resolución. El magistrado relata que dos de los testigos convocados en el incidente de recusación, el juez Joaquín Navarro Estevan y el catedrático Jesús Neira, le comentaron también a él -"en diferentes ocasiones" ya personalmente, ya a través del teléfono"- las reuniones y charlas que el instructor de la querella contra Sogecable, Gómez de Liaño, mantenía con el denunciante Jaime Campmany y el abogado Antonio García Trevijano, y en las que se abordaban las siguientes cuestiones: "La necesidad de que el procedimiento debía pervivir el mayor tiempo posible en una labor prospectiva, aun cuando no existiera base para ello y la conveniencia de tomar medidas de prisión respecto de algunos de los querellados".El auto de Garzón destapa una verdadera olla podrida en la Audiencia Nacional. Unas diligencias de recusación difícilmente permiten investigar a fondo si el juez Liaño estaba conjurado con los querellantes contra Sogecable para eternizar la causa, hubiera o no materia delictiva, pero es exactamente eso lo que el propio Garzón y el testigo Jaime García Añoveros aseguran haber escuchado repetidamente de boca de Navarro Estevan y Neira, que habrían participado en alguna de tales reuniones. Al no poder entrar en el fondo de la cuestión, Garzón admite que no está en condiciones de asegurar la veracidad de los testimonios recibidos, pero éstos ponen sobre la mesa una conjura mediático-judicial que debe ser investigada de inmediato.
Hemos sostenido reiteradamente, sobre la base de múltiples expertos en derecho mercantil y penal, que la querella era un montaje sin ninguna base que sólo pretendía dañar en última instancia al Grupo PRISA, propietario de este periódico. Hace tiempo dijimos que el caso Sogecable se estaba convirtiendo cada vez más en el caso Liaño. Pues bien, el auto es un paso definitivo en esa dirección y constituye en sí mismo una estremecedora denuncia de cómo se puede orquestar un proceso en nuestro país. Liaño ha entendido bien que su texto incluye acusaciones que exigirían una imnediata intervención del Consejo del Poder Judicial o de la, fiscalía. Él entiende que contra Garzón, pero lo que exige la salud democrática de este país y la credibilidad de sus jueces es que se llegue de inmediato a conocer el fondo de la cuestión.
El auto de Garzón es, en este sentido, un compromiso mas que una abstención. El juez ha considerado un deber profesional señalar que él también tuvo información extraprocesal sobre el montaje. Reuniones, comidas, cafés, paseos, en definitiva este conchabeo que incluye intercambios de faxes con autos judiciales y opiniones, ponen al descubierto una red que pretende convertir a este país en una nación bananera. Uno de los conspiradores habría llegado en su delirio, según relata un testigo, a defender a todo trance la prisión preventiva de Polanco para así provocar la caída definitiva de este régimen. Este personaje no es otro que el abogado Antonio García Trevijano, columnista de El Mundo y asesor en su momento del ex dictador guineano Francisco Macías.
La lista de presuntos conjurados es más amplia. En ella aparecen citados el director de Época, el falangista Jaime Campmany, que con su denuncia puso en marcha las acciones judiciales contra Sogecable. Pero es que también figuran como contertulios de las muchas charlas el fiscal del caso, Ignacio Gordillo, y la compañera del propio juez Liaño, María Dolores Márquez de Prado, cuyo abogado es, precisamente, Antonio García Trevijano.
Si el juez Navarro Estevan, en su calidad de testigo multicitado, ha dicho en las últimas horas que por encima de todo está su amistad con el juez Gómez de Liaño y su enemistad con el Grupo PRISA, atacado por dicho magistrado, el juez Garzón ha puesto negro sobre blanco lo que él entiende que por encima de todo está la justicia. A ésta le corresponde ahora llegar al fondo de una trama ya más que presunta.
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