EL CURA TORERO

El cura de la localidad salmantina de Los Santos, Blas Rodríguez, pidió permiso a la autoridad para vaquillearse, y en las fiestas del pueblo lidió dos becerras, faenas recompensadas con dos orejas y rabo cada una por sus feligreses. Tocado con la montera, vestía chaquetilla de luces color naranja, camisa blanca con chorreras y llevaba una manta por capote. El cura recibió algunos revolcones, sudó lo suyo, bebió de la bota que le arrojaron desde el tendido, no escatimó saltos de la rana, y consiguió 150.000 pesetas para la causa que le llevó a lanzarse al ruedo. Blas pretende que se termine de construir una plaza de toros junto a la ermita, proyecto que promovió hace 30 años otro cura antecesor suyo, pero que quedó a medias. Para Blas, la plaza "es necesaria" porque don Francisco, el otro párroco, "sabía que era imprescindible el proyecto comunitario libre de todo interés y egoísmo particular". El sacerdote consideró oportuno "un gesto simbólico" que sirva de arranque y solicitó "vaquillear a las reses femeninas". Y es que Blas es un cura que anda siempre comprometiendo a los feligreses en tareas comunes. No hace mucho descubrió en la iglesia de Fuenterroble, de la que también se encarga, un retablo barroco, en el que la restauradora Ana Veuthey encontró la firma de su insigne autor: nada menos que Joaquín de Churriguera, que lo realizó en 1710.-