Cuatro muertos y más de medio centenar de heridos al estallar una bomba en un céntrico mercado de Argel
Las autoridades argelinas se vieron ayer obligadas a salir de su mutismo habitual para dar a conocer inmediatamente la noticia: un comando terrorista colocó una bomba en la misma capital, en pleno centro de El Biar, un barrio residencial de clase media y alguna embajada en las colinas de Argel. Lunes. Era mediodía. A esa hora, el mercado callejero, la mezquita y la sede de la municipalidad, situados los tres en torno a la plaza, rebosaban de gente. La explosión del artefacto segó la vida instantáneamente de tres mujeres y de un niño de 10 años. Sesenta heridos desparramados por los suelos, entre montones de frutas, especias y estanterías rotas. En pocos minutos siguieron escenas de pánico indescriptibles.El terrorismo golpeaba de nuevo la capital y en el mismo barrio, a escasos cien metros del café Internacional en el que el 30 de julio pasado un coche bomba mataba a ocho personas y hería a una veintena. Esta vez, el lugar elegido por los asesinos era el mercado, el más importante en una zona de la capital que alberga un cuarto de millón de personas.Los atentados terroristas, atribuidos generalmente a grupos islamistas armados, continúan sin tregua desde hace meses. La prensa independiente de Argel anunciaba en la misma mañana otras nueve víctimas degolladas y quemadas, y ocho jóvenes secuestradas en las cercanías de la capital, en Huaura y en Baraki. Por la tarde, un testigo dio cuenta a la agencia France Press del degollamiento de otros 29 civiles, mujeres y niños en su mayor parte, ocurrido el domingo en una localidad próxima a Medea, a unos ochenta kilómetros de Argel.Y de nuevo hoy como en anteriores carnicerías, el hedor de los cadáveres se mezcla con el olor de las inversiones extranjeras. Esta vez el atentado del mercado de Argel coincide en el tiempo con el anuncio por parte del grupo surcoreano Daewoo de su intención de invertir en Argelia 2.000 millones de dólares (más de 300.000 millones de pesetas), de los cuales la mitad van destinados a potenciar los planes gubernamentales de privatización de sectores como la industria mecánica, las telecomunicaciones y la producción eléctrica.
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