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A San Sebastián hemos de ir

La versión madrileña de los 'sanfermines', con cinco siglos de historia, arranca con el encierro de hoy

Aguaciles multados, presencia de cámaras de televisión japonesas o toros que saben subir escaleras, son algunas de las anécdotas que atesoran los encierros de San Sebastián de los Reyes (58.000 habitantes), que hoy arrancan para acabar el próximo día 31 de agosto y en torno a los cuales se ha creado toda una tradición festiva en el municipio.Los vecinos de San Sebastián no presumen de tener los encierros más antiguos de la región, pero sí de poseer los mejor cuidados: "No es cuestión de decir que son los más viejos, habrá municipios donde se iniciaron antes, pero en San Sebastián han existido desde el principio y se han sabido mantener", asegura Santiago - Izquierdo, archivero municipal.

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Los trucos del recorrido

Y es que los espectáculos taurinos de San Sebastián vienen de antiguo. El primer documento que registra su existencia es una cédula real del emperador Carlos V, fechada en 1535, apenas 30 años después de la fundación del pueblo, en la que se pide al arzobispado de Toledo que devuelva al municipio el dinero cobrado por "correr los toros".

Las primeras peñas

A finales de los años sesenta, las fiestas ganan espectacularidad, cuando los mozos se agrupan en peñas. Es entonces cuando surge el apodo de la Pamplona chica para la localidad, según los vecinos más viejos, de manos de una peña navarra que ya ha desaparecido.

A lo largo del. tiempo, el recorrido ha cambiado varias veces: "Como en todos los pueblos, las reses llegaban desde el campo por las cañadas. Venían desde la ribera del Jarama, concretamente de un paraje llamado Fuente del Escribano, y enfilaban por la calle Real hasta la plaza del Ayuntamiento", relata el archivero municipal. Así ocurrió hasta los años cincuenta, cuando dejaron de hacerse corridas de toros en la plaza del Ayuntamiento.

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La construcción del coso taurino en 1961 varió de nuevo el recorrido. Se eliminó la parte campestre -las reses debían atravesar la carretera de Burgos- y los astados llegaban en camiones hasta unos corrales situados en la calle San Roque, tras el Ayuntamiento.

Los mozos se pasaron 10 años protestando por lo corto del recorrido, que se varió a principios de los setenta, soltando a las reses desde el antiguo matadero municipal, actual ubicación de los corrales. La última variación' se hizo también para dar gusto a los que querían una longitud mayor, haciendo recorrer a las reses parte de la calle Real.

Sólo en su última etapa, San Sebastián y sus encierros han acumulado una cantidad ingente de curiosidades y anécdotas. San Sebastián es, por ejemplo, el único municipio que tiene una escultura en la que se homenajea a los corredores de los encierros, y la calle que desemboca en la plaza de toros fue bautizada con el nombre de Estafeta, en honor de su homónima de la capital navarra.

Los encierros han ganado también en prestigio estos últimos años. De hecho, corredores de Pamplona y otras partes de España acuden a participar en ellos. También comienzan a ser conocidos internacionalmente. El año pasado, los miembros del operativo de seguridad se quedaron de piedra cuando un equipo de una televisión japonesa apareció el segundo día de fiestas y pidió permiso para tomar imágenes del encierro. Medios franceses, alemanes e ingleses se han sumado ya a los nipones para hacer reportajes de las fiestas de San Sebastián.

Los toros y los pequeños percances también han contribuido a incrementar las anécdotas. En 1996, un miura aprendió a subir las escaleras del corral y se pasó toda la noche asomado a la valla, repartiendo sustos entre los noctámbulos de las fiestas.

Hace cuatro años se vivió una de las anécdotas más curiosas: un alguacil de la plaza fue multado por la Policía Municipal por circular por dirección prohibida, cuando acudía montado a caballo a su trabajo.

Ese mismo año, un vecino despistado fue arrollado por los toros cuando atravesó el recorrido para ir a comprar el pan, olvidando que se encontraba en mitad de las fiestas.

Alrededor de los encierros se ha creado también en el pueblo toda una serie de actividades festivas, producto de las ganas de juerga de los peñistas y de las más curiosas casualidades.

"¡Qué pena me da!"

Así, San Sebastián tiene un cántico especial para despedir las fiestas desde que su alcalde, Ángel Requena (IU), se confundió y llamó al canto pamplonica de despedida ¡Qué pena me da!, en lugar de Pobre de mí. Los mozos tardaron dos días en encontrar una letra para justificar el error de su regidor: "Qué pena me da, qué pena me da, se han acabado las Fiestas de San Sebastián". El resultado final de la confusión se entona desde entonces el último día de las fiestas.

Los encierros nocturnos son otra de esas curiosas atracciones. Los jóvenes de la peña San Sebastián decidieron emular las carreras diurnas y utilizan para ello carros de hipermercado con astas de toro atadas al frente. Todas las noches recorren varias veces a toda velocidad el primer tramo de los encierros embistiendo a sus compañeros y a algún visitante despistado. Eso sí, antes de empezar se encomiendan a San Sebastián.

Por otro lado, estos días también celebran sus encierros otras localidades, como los que la semana pasada se celebraron en Leganés o la que viene toman las calles de Móstoles. Con menos fuste tal vez, pero con la misma emoción, en Mataelpino los corredores no madrugan mucho: hoy y mañana corren los astados a las diez de la mañana, informa Arantxa García de Sola. Por la tarde, habrá una novillada. También hay una suelta de vaquillas, a las 13.00 horas, hoy en Navalafuente.

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