Accidentes de feria
TRES PERSONAS fallecidas y cinco heridas, la mayoría niños, es el resultado de cinco accidentes ocurridos en distintas atracciones desde el pasado 5 de julio. Y han sucedido tanto en enormes parques temáticos como en pequeñas ferias ambulantes; tanto en montañas rusas cuya construcción costó más de mil millones como en pequeños tiovivos. El único caso que se ha sustanciado, por ahora, en los tribunales es el de Port Aventura, y se archivó por no apreciarse delito penal al haber sido sometida la atracción a todos los controles exigibles.No hay tampoco una causa común de todos los accidentes. En la población cordobesa de Fernán Núñez (dos heridas leves) y en la murciana de Jumilla (tres heridos) los accidentes se debieron a roturas del aparato. En otros casos, el origen de la tragedia hay que buscarlo en la obesidad o desmayo del usuario y, quizás, en la imprudencia de alguno de ellos a la hora de añadir emoción a la que ya de por sí suministran estos aparatos. Lo cierto es que la osadía de las atracciones va en aumento. Volteos inverosímiles, efectos gravitatorios, velocidades de espanto van incorporándose a estas máquinas de diversión, y no sólo ya en los grandes parques. Muchas de las atracciones siniestradas tenían los papeles en regla. Más difícil de determinar es si en todas se respetaban las indicaciones sobre la edad, peso y salud que exigen algunos aparatos, y si el mantenimiento era escrupuloso.
La acumulación de accidentes plantea la necesidad de revisar la normativa para adecuarla alas nuevas tecnologías, e incluso para poner un límite a las mismas porque el auge en esta demanda puede conducir a una oferta inverosímil. Las atracciones no han de ser retos a la osadía imprudente de un ciudadano que de be tener muy claro que para ser cosmonauta no hay que ir a una feria veraniega, Si se persiguen los excesos en la conducción automovilística, también deberían estar perseguidos los excesos en este tipo de ocio.
Con todo, algunos accidentes han ocurrido en atracciones aparentemente inocuas, para pequeños. Hay un margen insalvable para la desgracia, pero la Administración debe actuar para que este margen quede en el mínimo posible. Vigilancia exigente sobre el mantenimiento y criterios de acceso a las atracciones y acomodar la regulación del sector a los avances tecnológicos son medidas que se hacen necesarias a la vista de lo ocurrido este verano.
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