Daniel Komen y Paul Tergat baten los récords de 5.000 y 10.000
Los atletas kenianos arrasaron en Bruselas y terminaron con el monopolio del etíope Haile Gebreselassie, que perdió en un hora los récords mundiales de 5.000 y 10.000 metros. Daniel Konien, 21 años, batió la plusmarca de 5.000 con una marca de 12.39.75 minutos, frente a los 13.41.86 que realizó Gebreselassie el pasado día 13 en Zúrich. Paul Tergat, se sumó a la gloriosa actuación de los kenianos con la conquista del récord mundial de 10.000 metros (26.28.-85 minutos). El anterior primado era de Gebreselassie (26.31.32).Fermín Cacho (9º, 1.47.36) tuvo una floja actuación en los 800 metros, donde el danés Wilson Kipketer volvió a confirmar su autoridad con el excelente registro de 1.42.41. La noche fue generosa en grandes marcas. La estadounidense Marion Jones ganó los 100 metros con 10.76, el tercer mejor tiempo de la historia. En los 3.000 metros, Gebreselassie venció con comodidad y una buena marca: 7.26.02. En los 100 metros, el namibio Frankie Fredericks ganó con 9.90s, por delante del estadounidense Maurice Greene (9.92).
Para Konien fue el momento de tomarse venganza por la derrota que sufrió ante Gebreselassie en Zúrich, donde el diminuto etíope aprovechó su tremenda velocidad punta para rebasarle en la última vuelta y batir el récord mundial. El clan keniano exigió a los organizadores que Gebreselassie no participase en la carrera. El etíope quería intervenir a toda costa en la prueba. Sabía que Komen buscaría el récord del mundo. Al keniano le sobre clase y coraje, pero no puede medirse en los últimos 400 metros con Gebreselassie. Si quería la plusmarca mundial, debería hacerlo sin el etíope.
Carrera ideal
Los organizadores aceptaron la exigencia de los kenianos y prepararon la carrera ideal para Komen. Se trataba de correr a un minuto cada vuelta, un ritmo imposible para cualquiera que no sea Komen o Gebreselassie. La primera liebre fue Maru, que lanzó la carrera de manera furibunda. Sólo le siguieron Martin Keino y Komen. El primero tenía la misión de conducir al joven fenómeno hasta los 3.000 metros. Tenía que hacerlo en 7.38 minutos. De lo contrario,, el récord sería inalcanzable. Como un metrónomo, Keino pasó por el tercer kilómetro en 7.37.32. Allí comenzó la extraordinaria aventura de Daniel Komen.
En solitario, con un ritmo descomunal, Komen ofreció una lección. Con una cadencia perfecta y con una zancada amplísima y ligera, corrió cada vuelta en 60 segundos. Era su trabajo y lo cumplió hasta el final, entre el estruendo de los tambores africanos en el estadio Balduino. El keniano consiguió poner el suficiente margen de seguridad antes de completer los últimos 400 metros. No tenía que exprimirse. Sólo necesitaba mantener el ritmo. Es lo que hizo para batir el récord de Gebreselassie, tomarse la revancha y conseguir una marca excepcional.
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