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Yeltsin destituye al director de la empresa estatal de armas para tomar las riendas del negocio

El presidente Borís Yeltsin, ha decidido tomar un control más directo de uno de los pocos negocios que le van bien al maltrecho Estado ruso: la venta de armas. Alexandr Kotiolkin, director de la empresa estatal Rosvooruzhenie (Armamento Ruso), que controla el 97% de las exportaciones, fue destituido ayer, al día siguiente de que afirmase que contaba con la confianza deYeltsin y que el país estaba a punto de sobrepasar por vez primera a EE UU en tan lucrativo comercio. La reestructuración pretende, aparentemente, acabar con una práctica situación de monopolio.

Según Kotiolkin, la empresa que dirigió hasta ayer, Armamento Ruso, tenía una cartera de pedidos de 7.300 millones de dólares (más de un billón de pesetas) y contaba con nuevos contratos por 3.250 millones más. Con ello, Rusia superaría ligeramente a Estados Unidos y entre ambos países se repartirían el 60% del comercio mundial. Las exportaciones rusas, añadió, se duplicaron entre 1996 y 1997.Armamento Ruso pasa a tener un nuevo nombre, casi idéntico, y un nuevo jefe, Yevgueni Anániev, ex director ejecutivo del MAPO-Bank, relacionado con la empresa fabricante de los aviones de combate Mig. Además, otras dos firmas estatales, Promexport y Tecnología Rusa (ésta de nueva creación), entrarán en el negocio, cada una de ellas en un terreno perfectamente delimitado.

La división de tareas será la siguiente: Armamento Ruso, que seguirá conservando la parte del león del negocio, comerciará con las armas y equipos especialmente producidos para clientes extranjeros; Tecnología Rusa venderá desarrollos técnicos, y Promexport, el material resultante de la reforma militar en curso, es decir, fundamentalmente armamento que ya no sea útil para el Ejército ruso. Los beneficios de esta última actividad podrán ser administrados directamente por el Ministerio de Defensa, al que buena falta le hacen, habida cuenta de la catastrófica situación de sus cuentas.

Aparte de las tres empresas estatales citadas, que actúan como intermediarias, hay otras ocho firmas fabricantes que pueden vender directamente sus productos al exterior, pero sólo algunas de las más grandes, como la MAPO, tienen capacidad real para hacerlo.

Yeltsin se reserva, además, la última palabra sobre qué armas se pueden vender a qué países, de forma que no se perjudique a los intereses estratégicos de Rusia.

Los altos sueldos que cobran los ejecutivos de Armamento Ruso habían despertado resquemores en algunos sectores de la Administración y, sobre todo, entre los jefes de un ejército que ni siquiera tiene fondos, para pagar y alimentar a sus hombres.

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Empleados sin sueldo

Precisamente el miércoles, el Ministerio de Hacienda aprobaba la entrega de más de 150.000 millones de pesetas al de Defensa para que pagase a los militares. Éstos no son los únicos que llevan meses sin cobrar. La misma o peor suerte corren médicos, maestros y otros empleados públicos, pero su capacidad de presión es menor que la de quienes tienen en sus manos fusiles Kaláshnikov, carros de combate o botones nucleares.

Este dinero fresco ha permitido decir al subjefe del Estado Mayor del Ejército, general Valeri Manílov, que los militares recibirán sus salarios en el plazo de tres días, aunque algunos atrasos y primas tendrán que esperar hasta fin de año. Aún más, aseguró que todos los afectados por la reducción de efectivos que prevé la reforma militar (de 1,8 millones a 1,2 millones de aquí a finales de 1998) gozarán de beneficios sociales para que no se queden en la miseria. "En total", señaló Manílov, "se construirán 100.000 viviendas para las familias de los militares, 50.000 de las cuales correrán a cargo del Ministerio de Defensa, y el resto a cargo de las regiones".

En los últimos días, ha habido diversos toques de alarma sobre el riesgo de graves disturbios si la reforma deja en la calle -sin oficio, beneficio ni vivienda, y con pensiones ridículas- a cientos de miles de militares. Una de las más autorizadas fue la del jefe de la Fuerza Aérea, general Piotr Deinekin, tal vez asustado porque los 340.000 efectivos bajo su mando van a quedar reducidos a 160.000.

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