Escalonamiento
Cualquier persona que recorra Madrid estos días, natural o forastero; apreciará que numerosas calles, plazas y avenidas se encuentran levantadas. Pero no levantadas simplemente, sino que se hallan como si un terremoto huracanado las hubiera zarandeado con saña. Cualquiera diría que Madrid es Londonderry, en los años más duros de la contienda de Irlanda del Norte.Claro que uno sabe que el verano es un buen tiempo para realizar obras y adecentar la ciudad. Un organismo vivo como Madrid crece, y si no se hicieran obras, esto se vendría abajo por numerosas razones. Hasta aquí, de acuerdo. En verano, el impacto sobre la ciudadanía de las fastidiosas obras, por definición y por estadística, resulta más mitigado.
Mi queja no va contra el principio. Va contra su aplicación. ¿Realmente no ha sido posible prever que todas las obras, las del metro y las de los estacionamientos pararesidentes por ejemplo, no deben hacerse simultáneamente? Examinemos la ciudad. Durante meses, el eje que cruza desde el Clínico hasta la avenida de América ha permanecido en colapso perpetuo, no en un solo punto, sino en varios, distanciados y contiguos, próximos y cercanos. Así, calles como las de María de Molina, López de Hoyos, Velázquez, José Abascal y enormes zonas contiguas han sufrido la avalancha de unas retenciones que, si se cuantificaran en tiempo, implicarían miles de millones en pérdidas, que podrían haberse ahorrado si se hubiera aplicado una palabra que todo ser inteligente asocia con la racionalidad. La palabra se llama planificación escalonada.
En cuanto a los estacionamientos, el que se construye ahora en Goya, bajo el suelo de uno de los ejes comerciales más importantes de la ciudad por el tránsito de ciudadanos, ha dejado fuera de combate importantes trechos de las calles de Narváez, Goya y zonas aledañas. Los efectos sobre el vecindario -que por cierto se queja de la tala de numerosos árboles, como numerosas pancartas colocadas en sus balcones muestran- y sobre los usuarios de los comercios de la zona son a todas luces devastadores.
Recuerdo que las obras de un estacionamiento para residentes construido en la zona de la plaza del Niño Jesús, ocasionaron enormes trastornos en la comunicación entre el centro de Madrid y amplios barrios como el de la Estrella y Moratalaz. Y todo ¿para qué? ¿Para dar satisfacción únicamente a unas decenas de residentes?
No sé. No soy urbanista, sinosimplemente un ciudadano que se ve castigado a no disfrutar de su ciudad porque los responsables municipales, se lo impiden. Bien podrían estos responsables municipales, antes de emprender obras de la envergadura de las que han acometido, hacer estudios previos sobre el impacto ambiental y ciudadano, sobre las consecuencias en la calidad de vida cotidiana, que sus decisiones, a mi juicio bastante atolondradas, nos acarrean a todos.-
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