Los nuevos canovistas
Tal parece que la derecha española, tradicional productora en serie de mártires, quiere fabricarse uno para sí misma y a su medida. Sólo así se entiende la pretendida reivindicación del siniestro Cánovas del Castillo cuando se cumplen 100 años de su asesinato a manos del anarquista Michelle Angiolillo.A Cánovas se le adjudica ser el ideólogo de un régimen estatal, la Restauración, que, eliminando el proceso revolucionario en curso, apuntaló a la Monarquía y consiguió la pervivencia y estabilidad de un periodo duramente conservador.Nada que objetar a estas afirmaciones. Sin embargo, es bueno recordar otros méritos de este flamante estadista, modelo, parece ser, para nuestros significados gobernantes actuales.
Cánovas accedió al poder gracias a un golpe militar de la mano de Martínez Campos, quizá por eso el Ejército estuvo siempre en su pensamiento. El Parlamento dependía de la voluntad del monarca y estaba- supeditado a él. Se reprimía ferozmente a las organizaciones obreras más activas, en particular a las anarquistas. Se afrontó la guerra de Cuba- desde una óptica de puro militarismo sanguinario... En suma, el periodo canovista se caracteriza por el autoritarismo antidemocrático, la defensa a ultranza de los intereses capitalistas de los grandes propietarios y la corrupción generalizada en busca del medro personal.Una buena muestra del carácter de Cánovas, a quien popularmente se le conocía como El Monstruo, apelativo poco cariñoso, nos lo da una de sus frases lapidarias: "La pobreza, señores, es signo de estupidez", lo que nos da idea del concepto que para este político merecía la gran mayoría de sus conciudadanos.
Las torturas, los fusilamientos, de destacados anarquistas a resultas de procesos amañados que motivaron la repulsa intemacional de un hombre que, obviamente, creía ser responsable sólo ante Dios y ante la historia, impulsaron a Angiolillo a pedirle responsabilidades un 8 de agosto de 1897.- .
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